Aunque traté de aguantar, me reí en su cara. Luego, le dije:
—A ver, te respeto porque eres la mamá de Mateo, por eso siempre traté de llevarme bien contigo. Pero que ahora me pidas que le entregue a Camila lo que nació del amor entre Mateo y yo, eso ya es el colmo. Tú también eres mamá, ¿cómo se te ocurre siquiera pedir algo así? Además, ¿alguna vez pensaste en lo que sentiría Mateo? Solo por quedarte tranquila y pagarle la deuda a Logan, ¿eres capaz de hacerle esto a tu hijo y a tu nieto? Qué egoísmo… la verdad, hasta das miedo.
—Maldita... ¡te dije que te callaras!
Sayuri se puso nerviosa, me señaló con el dedo y de inmediato empezó a toser fuerte tapándose la boca.
La miré con rabia.
Todo lo que hice estos días para tratar de caerle bien fue en vano.
No solo seguía con la necedad de juntar a Mateo con Camila, ¡sino que ahora hasta tenía las agallas de tratar de quitarme a mis bebés!
Me dejó indignadísima.
Sayuri tosió un rato y, de la nada, rompió en llanto, tapándose la cara con l