Con cara de tragedia, Camila miró a Mateo:—Mateo, la verdad, todos los regalos que me das me gustan, los valoro un montón. Pero parece que para Aurora nada de eso sirve. Al final, todo es porque yo soy de familia pobre, no como ella, que viene de una familia afortunada...—¿Familia afortunada? —Mateo se echó una risa de desprecio—¿Qué clase de señorita es? No es más que una mujer capaz de cualquier cosa, sin vergüenza, solo por plata...Con los ojos llenos de rabia y tristeza, no dejé de mirarlo, enfrentando esa mirada que tanto desprecio tenía.¿Otra vez quería rebajarme? Pues dale, que lo haga si tiene valor.Pero no, al final Mateo apartó la mirada de golpe y dijo, seco:—Con alguien como tú, no hay más que hablar.Y así, sin más, se fue directo a la puerta de embarque. Camila lo llamó y salió corriendo tras él.Apreté fuerte la caja del collar. Las lágrimas me taparon la vista de una.Alan, que había estado ahí todo el rato, me miró de reojo:—Mira que Mateo solo es duro cuando ha
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