Por suerte, esa habitación era privada. No había más pacientes alrededor.Saúl, recién levantado, la abrazó otra vez. La cama era pequeña, casi no cabían, y ahí estaban los dos, pegados el uno al otro.Teresa, incómoda, apartó su brazo de un empujón. Con la otra mano, buscó su celular para ver la hora."¡Déjame en paz!" dijo, dejando claro lo molesta que estaba.Saúl, sin pensarlo, le arrebató el celular de un tirón. Se sentó en la cama, completamente desnudo, sin ningún pudor, y la miró de frente.Había corrido las cortinas desde el día anterior, y le había avisado al personal médico que no los interrumpieran. Nadie los había molestado hasta ese momento.Miró la pantalla del teléfono y, con voz grave, dijo:"¿Te acabas de acostar conmigo y ya estás pensando en ir a ver a César? ¿De verdad crees que él te quiere así?"Las palabras de Saúl hicieron que Teresa se llenara de pura rabia.Ya no tenía paciencia para discutir con él. Se levantó de la cama, sin ropa, recogió sus prendas del su
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