¿Saúl no está muerto?—¡Teresa! —la voz de Saúl sonaba áspera, como si hubiera pasado un mes sin beber agua.Una sola palabra bastó para que Teresa se quedara tiesa. ¡No estaba muerto!Se había pegado a ella como si fuera chicle, ¡seguía vivo!Sus ojos, llenos de odio, se fijaron en Saúl, y una furia le empezó a hervir en el pecho. ¡¿Por qué no se moría de una vez?!—¡Acércate! —su voz era débil, hueca, como sin energía.—Señora Teresa, ¡mire a este pobre hombre! La reconoció. —La enfermera pensaba que hacían buena pareja: él, guapo; ella, guapísima.Se acercó rápido, cambió el suero, quitó la aguja y salió volando, cerrando la puerta con cuidado.El suave clic de la puerta hizo que Teresa saliera del trance.Intentó sonreír. Siempre había sabido fingir, pero esta vez no lo logró.Caminó despacio hacia él, con cara preocupada.—Saúl, ¿cómo estás? ¿Qué fue lo que pasó?Desde la cama, Saúl levantó el brazo y le agarró la mano.Cuando lo tocó, a Teresa se le erizó toda la piel, y sintió u
Leer más