183. La madrugada
En la madrugada, el cuarto de Ha-na estaba sumido en un silencio absoluto, solo roto por el leve sonido de sus respiraciones entrecortadas. La luna, alta en el cielo, proyectaba una luz plateada que se filtraba por las cortinas, iluminando tenuemente la habitación. Heinz y Ha-na, envueltos en la intimidad de la noche, habían compartido varios momentos de fervor, conscientes de que cualquier sonido podría delatarlos. Ahora, exhaustos y satisfechos, se encontraban recostados en la cama, sus cuerpos entrelazados en un abrazo que transmitía complicidad y afecto.Heinz detrás de Ha-na, la abrazaba por el vientre, sus manos grandes y cálidas descansando sobre su piel suave. Su respiración, aún un poco agitada, se sincronizaba con la de ella, creando un ritmo calmado que los envolvía en una sensación de paz. Ha-na, con los ojos cerrados y el rostro relajado, se sentía segura y protegida en sus brazos. El calor de su cuerpo contra el suyo era reconfortante, y el leve olor a sudor y piel los u
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