Todos los capítulos de Rescatame mi Alfa. Soy tu segunda Luna: Capítulo 231 - Capítulo 236
236 chapters
64- Domar el poder o perderlo todo.
Dentro de la barrera, Ethan no soltaba a Elyria. La mantenía aferrada a su cuerpo, como si aún fuera aquella pequeña niña que corría a buscar refugio en su abrazo. Su pecho vibraba con cada gruñido contenido, y, curiosamente, eso le arrancaba una sonrisa a Elyria.—Ya te lo dije, papá —murmuró con dulzura, acariciando la barba incipiente de Ethan—. Ese alfa está herido. Le clavé mis garras con malicia. No creo que pueda levantarse en un buen rato... Y tú, como supremo, no puedes inmiscuirte en asuntos internos de una manada. Así que no puedes matarlo.Era la décima vez que se lo repetía. Desde que se habían quedado solos bajo aquella barrera, Ethan había intentado romperla más de una vez, dispuesto a salir en busca de Ronald. Pero Elyria, aunque su propia furia hervía en sus venas, se lo impedía con determinación.—Esto no es un simple conflicto de manada —gruñó Ethan, apretando los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos—. ¡Se atrevió a tocarte! Eres mi princesa. Eso es u
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65- Cuando la preocupación se convierte en placer.
Frente a ella, Cloe y Ethan sonreían con un orgullo puro y desbordante, mirándola con el mismo amor irrestricto con el que la habían observado dar su primer paso, o pronunciar su primera palabra.—Sí, mi amor —dijo Cloe, con los ojos brillando de lágrimas—. Te lo dije... Eres capaz de todo.Ambos la abrazaron, envolviéndola en un refugio de ternura que por un instante alejó todo el dolor y la tragedia que los rodeaba. Elyria, con las mejillas empapadas de llanto, soltó una risa ahogada.—¿Pero por qué... aquella vez... no pude? —preguntó entre balbuceos, buscando respuestas en sus padres.Cloe le acarició la mejilla con ternura infinita, limpiando sus lágrimas con el pulgar.—Porque entonces no creíste en ti —le explicó en un susurro cálido—. Te negaste a la posibilidad de ser apta. Hoy, cuando el amor y la vida de tu compañero estuvieron en juego, no te quedó más opción que confiar... y ver de lo que eres capaz.Elyria soltó un suspiro tembloroso, y se dejó caer junto a Gregor. Lo a
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66- Éxtasis salvaje.
Gregor la devoraba de manera embriagadora, dulce y con hambre, mordisqueando sus pezones erectos, y luego regresaba a su boca, invadiéndola con su lengua en una danza frenética, mientras sus manos descendían bajo las bragas, apretando sus nalgas con ansia posesiva.Sobre su vientre, Elyria podía sentir aquel miembro palpitante y firme, como una promesa inquebrantable de todo lo que estaba por venir.Su mente daba vueltas, su cuerpo clamaba por más. Quería ser poseída, quería sentirlo dentro, llenándola, quebrándola dulcemente. Con una chispa de travesura, deslizó su mano bajo su bóxer y al percibir su calor vibrante, su propio placer se disparó, haciéndola jadear.—Debes detenerte —gruñó Gregor entre dientes apretados, mientras ella lo masturbaba con movimientos lentos y tortuosos, al mismo tiempo que él hundía dos de sus dedos en su vagina, ávida de ser conquistada.Elyria gemía, desesperada, sumergida en un torbellino de placer que la arrastraba sin compasión. Y sin poder evitarlo,
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67- ¿Así se siente la felicidad?
Apenas cruzaron el límite del territorio, Gregor frenó en seco. Elyria, a su lado, también detuvo el paso, y sus ojos se abrieron de par en par.La manada entera los esperaba.No eran unos pocos curiosos o guerreros de patrulla. No. Estaban todos. Viejos, niños, madres, guerreros, y sanadoras. Cientos de ojos clavados en ellos. Cientos de almas reunidas. Un silencio reverente los envolvía, tan denso que casi se podía tocar. Y en medio de ese silencio… emociones mezcladas flotaban en el aire, como la esperanza, pero también la culpa y un incómodo arrepentimiento.Gregor tragó saliva.—¿Están…? —murmuró Elyria, sin necesidad de terminar la frase.—Nos esperaban… o mejor dicho, te esperan a ti, mi luna —contestó Gregor, en apenas un susurro.Nadie dijo nada. No era necesario. Cada miembro de la manada, uno por uno, bajó ligeramente la cabeza. No como un acto mecánico. Si no con respeto, disculpa y gratitud.Habían sentido el vínculo, aunque el lazo lunar aún no estuviera completo. Se
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68- Unidos en lo salvaje.
Ambos estallaron en una carcajada sincera, como si el pasado reciente entre ellos fuera ya una anécdota lejana. A pesar de todo, tenían buena química. Se entendían. De hombre a hombre. De alfa a alfa. De suegro a yerno.—¿Estás seguro de que no quieres ayuda con Ronald? —insistió Ethan.Gregor negó lentamente, mirando a Elyria dentro de la cúpula. Recordaba la conversación que había tenido con ella. “Vamos a hacer algo épico”, le había prometido.—No será una guerra —dijo en voz baja—. Mi luna quiere dar una lección… no una masacre. Quiere que sirva de ejemplo. Que los demás alfas entiendan que no pueden seguir usando su poder militar como excusa para someter a otros alfas más vulnerables.Ethan se quedó en silencio un segundo.Una sonrisa distinta, más honda, le apareció en los labios. El pecho se le llenó de un calor sereno. Era como ver florecer una semilla que él mismo había cuidado durante años… solo que esa semilla ahora tenía el rostro de su hija y el fuego de una semidiosa.—
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69- El alfa y su luna.
Gregor la miró mientras se vestía de negro, prenda por prenda, sin pudor ni pausa. Era su guerrera, su loba, su luna... y verla así, decidida, le encendía algo más profundo que el deseo. Se incorporó sin dejar de reír y se puso la ropa que ella le iba extendiendo con gesto firme.La noche envolvía la manada de Ronald con un silencio tenso, interrumpido solo por el crujido de ramas bajo las botas de Elyria y Gregor. Ellos estaban solos, tal como Elyria había previsto. No necesitaban más.Dos lobos que custodiaban la entrada, no tuvieron tiempo de comprender lo que ocurría. Ya que con un movimiento de su mano, Elyria desató una ráfaga de energía tan feroz que los arrojó varios metros atrás. Sin emitir un aullido, cayeron inconscientes. Gregor ni siquiera tuvo que intervenir.—¿Eso fue… todo? —preguntó él, atónito.Elyria no respondió. Ya estaba frente a la barrera mágica, esa que tantos consideraban impenetrable. Levantó la palma, la energía tembló como agua al contacto de su pode
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