Una jugada peligrosaMargaret se quedó pensativa mientras sus dedos recorrían el pecho de Álvaro con lentitud, dibujando figuras imaginarias sobre su piel caliente. Su respiración era pausada, pero en su mente, el caos reinaba. Cada palabra, cada información obtenida, le daba vueltas en la cabeza. Algo no encajaba.Álvaro la observó en silencio, disfrutando del roce de sus manos, pero notando la tensión en su mirada. Encendiendo un cigarro, dio una calada profunda antes de hablar.—Haré unas llamadas —dijo finalmente, sentándose en el borde de la cama mientras tomaba su teléfono. Margaret se incorporó también, cubriéndose con la sábana mientras lo observaba con curiosidad.Marcó un número y esperó. Al otro lado de la línea, una voz ronca contestó de inmediato.—Aló, jefe.—¿Qué novedades hay respecto a la chica? —preguntó Álvaro con tono impaciente.—Jefe, la chica está en cuidados intensivos. Su estado es crítico, pero sigue con vida.Álvaro frunció el ceño y apagó su cigarro en el c
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