Rubio esquivó con agilidad, pero el filo aún logró alcanzar su hombro.Al instante, un dolor agudo lo hizo gritar de desesperación, mientras el lugar se sumía en un completo caos.—¡Alguien, rápido, acaba con él! —rugió Rubio, presionando la herida con una mano mientras la sangre empapaba con rapidez su camisa.Mario había intentado acabar con Rubio de un solo golpe, pero no contaba con que este lograría esquivarlo en el último momento.Sin experiencia en peleas, el pánico se apoderó de él de inmediato.Su mente quedó en blanco, y ni siquiera supo cuándo había soltado el machete.Al ver que todos los presentes en el bar se lanzaban hacia él, Mario no lo pensó dos veces: dio la vuelta sobre sus talones y salió corriendo despavorido.Emma, escondida en un rincón, observaba la escena con el corazón en la mano.—¡Dios mío, Mario! —murmuró entre lágrimas, sacando su celular con las manos temblorosas.Marcó mi número con desesperación, y apenas escuchó mi voz, solté una sarta de palabras: —¡
Ler mais