Cuando sus ojos se cruzaron con los de Luciana, actuó como si no la conociera, quedándose allí con una actitud fría y erguida.Sergio, un poco incómodo, le sonrió a Luciana.—Luciana… —saludó con cortesía.—Sergio —respondió ella con un ademán leve.Alejandro, por su parte, hizo un sonido de disgusto, o tal vez de malestar, y de pronto se llevó una mano al estómago. Aquello puso en alerta a Luciana. Recordó que, hacía un par de días, en la villa Trébol, él había hecho lo mismo…Esta vez parecía estar peor, pues señaló la puerta del ascensor con urgencia.—Alejandro, ¿qué te sucede? —se alarmó Sergio.—Debe tener ganas de vomitar —intervino Luciana, sin dudar, y presionó el botón para bajar al siguiente piso—. ¡Rápido, vamos a salir para que pueda ir al baño!En cuanto las puertas se abrieron, Alejandro salió disparado del ascensor.Sergio y Luciana se miraron y fueron tras él. Tal como Luciana sospechaba, Alejandro corrió al baño y se puso a vomitar con fuerza. Sergio entró para sosten
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