310. UN ACOSADOR PELIRROJO
ABIGAILDe todas las ideas geniales que se me ocurrieron, esta se pasó de pésima.Regresaba a casa bastante enfadada con Hannah, mi hermana gemela, aunque ciertamente nos parecíamos bien poco.A ver… ¿por qué era necesario siempre comportarse como la versión en falda de papá?Ah, no, ni siquiera en falda, no había quien metiera el enorme trasero ese que tenía dentro de un vestido.Amaba ir de marimacha con pantalones, peleando con cuanto bicho se le atravesara en el camino y jugando a la heroína.Cuando me dijo que se internaría en esa ciénaga pantanosa a buscar a los rebeldes, hice un berrinche ahí mismo.Mis botines ya estaban hasta las narices de lodo, no me metería en esa niebla apestosa ni aunque me pagaran.Sin embargo, no llegué muy lejos cuando las cosas se pusieron difíciles para mí.No sé por qué, pero de repente la fina cota de malla con magia helada de Hannah, comenzó a fallar.Ese artilugio que siempre llevaba en mi cuerpo, contra mi piel, como un frágil escudo, era lo ún
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