313. UNA PRESA VIRGINAL
FENRIR
—Solo… bueno, no quería que se te mojara la ropa… —“ni la braga”.
Comencé a balbucear todo tipo de justificaciones, una más idiota que la otra.
De repente se incorporó, sentada, y esos preciosos pechos rebotaron.
Yo luchaba por mirarle a los ojos y entonces me di cuenta de que algo no iba bien.
—Abiga, ¿qué sucede? Lo lamento, de verdad, solo quería ayud…
Las palabras quedaron atascadas en mis labios cuando fui asaltado por los suyos en un beso abrasador.
Y no en el sentido figurado, sino en el literal.
La boca de Abigail estaba caliente al punto de escaldar; un vapor bajaba por mi garganta y procedía de sus jadeos cada vez más apresurados.
Se colgó de mi cuello, empujándome para montar encima de mis caderas.
El sudor le bajaba por la piel febril, estaba ardiendo como si fuera a explotar en llamas en cualquier momento.
Sin dejar la conexión, la sostuve por debajo de las nalgas y la cargué contra mi pecho.
Me arrastré un poco hacia el borde y me sumergí en la poceta con ella.
El