316. EN TERRITORIO ENEMIGO
ABIGAIL
—La única mujer de invierno posible es Abigail… mi gemela —le dije con la voz estrangulada y bajándome de golpe el vestido y arrojándole su camisa.
Me negaba a seguir un segundo más aquí… con él; me remordía la conciencia lo que habíamos hecho y cómo lo deseaba en el fondo.
—Yo no sabía… —negó—. Maldición, qué cagada… ¡Espera, Abigail! ¡No te puedes marchar así!
Comenzó a perseguirme cuando me remangué la falda y corrí hacia el exterior de la gruta.
No me importaba cómo lucía, no me importaba nada; el fuego apenas aplacándose en mi interior.
Me introduje en la gruta y le fue muy difícil capturarme, pero cuando salí al exterior sostuvo mi brazo y me jaló hacia él.
—¡Suéltame! —apoyé la mano en su pecho y lo empujé con rabia.
—¡No! ¡Querías la verdad, así que me vas a escuchar! — rugió pegándome a su pecho y tomando mi cintura a pesar de mi forcejeo inútil.
—¡Que me sueltes, bruto!
Mi cabello fue sostenido por detrás y me obligó a mirarlo, sin espacio a huir de esa mirada afilad