POV de DIEGOCuando Adriana me dijo que sí, que asistiría al evento de gala conmigo, me tomó por sorpresa.No porque no lo deseara —de hecho, llevaba semanas imaginando cómo sería verla a mi lado, elegante, deslumbrante, con su mano en la mía frente a todos esos empresarios hipócritas— sino porque sabía que para ella era una especie de declaración silenciosa. Ella, que siempre se resistía a las etiquetas, que aún dudaba de lo que éramos, aceptar asistir como mi pareja no era solo una cortesía. Era una rendición parcial. Un primer paso.Y eso, en su lenguaje emocional lleno de cautela, significaba muchísimo.La esperé junto al auto, frente a la casa, revisando compulsivamente las horas en el reloj. Llevaba puesto un esmoquin negro con solapas de satén, impoluto, y una corbata gris oscuro que ella había elegido para mí hace semanas. Nunca la había usado, hasta hoy.Y entonces, la vi salir.Adriana descendía las escaleras con un vestido largo, color burdeos, ceñido en la cintura, con una
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