POV de Adriana
Al principio, todo parecía simple: sonrisas ensayadas para la prensa, cenas fingidas frente a cámaras, algunas palabras dulces en público. Era casi divertido, una actuación. Algo que podía manejar.
Pero ahora… ahora todo se siente demasiado real.
Sobre todo cuando estoy sentada en el comedor de la casa de su madre, rodeada por personas que no me quieren aquí.
—¿Y dices que trabajas en marketing? —pregunta la madre de Diego, con un tono perfectamente disfrazado de cortesía—. ¿Dónde estudiaste exactamente?
Levanto mi copa con una sonrisa que duele.
—En la Universidad Autónoma. Hice también una especialización en digital branding.
—Ah, no sabía que esa universidad tenía buena reputación en eso —responde, mirando de reojo a su hija menor, Camila, que contiene una risa.
Siento la punzada en el pecho, pero no dejo que lo vean. No puedo. Me niego.
Diego, sentado a mi lado, intenta desviar la conversación.
—Mamá, Adriana ha trabajado con varias empresas grandes últimamente. Su