POV de ADRIANA
Desde que Diego regresó de su viaje, algo en él había cambiado. Era más atento, más presente. Me miraba como si ya no necesitara esconder nada, como si hubiera encontrado algo dentro de sí mismo que lo obligaba a bajarse la máscara. Y aunque eso debería haberme hecho feliz… me asustaba.
Aterraba, en realidad.
Porque si lo que Diego empezaba a sentir por mí era real, entonces lo mío también tenía que serlo. Y no sabía si estaba lista para reconocerlo.
—¿En qué piensas? —su voz ronca me sacó de mi burbuja.
Estábamos en la cocina, él estaba preparando café mientras yo fingía leer un libro que había abierto hace veinte minutos pero del que no había pasado de la primera línea. Era sábado por la mañana, y el sol filtrado por las ventanas llenaba el ambiente con una luz tibia. Todo parecía perfecto… demasiado perfecto.
—Nada importante —respondí con una sonrisa rápida—. Solo estoy distraída.
Diego dejó la cafetera a un lado y caminó hacia mí. Se sentó frente a mí, observándome