POV de DIEGO
Nunca imaginé que sería tan complicado mantener las distancias. Al principio, todo fue un acuerdo. Claro, había química, no lo voy a negar. Adriana tenía esa forma de mirar que desarma, de hablar como si cada palabra contara una historia. Pero yo había aprendido, a golpes y traiciones, que cuando mezclas sentimientos en un contrato, todo se desmorona.
Y sin embargo, ahí estaba yo, a cientos de kilómetros de ella, encerrado en esta habitación de hotel, viendo su nombre en la pantalla del celular y deseando que me llamara. Que me dijera que me extrañaba. Que me exigiera saber la verdad.
Pero Adriana no llamaba. No escribía. Y esa ausencia me quemaba.
Me recosté sobre la cama, los brazos cruzados tras la cabeza. En el techo, la lámpara parpadeaba ligeramente. Podría haber llamado yo primero, pero me conocía: si escuchaba su voz ahora, iba a terminar confesando más de lo que debía. Y no podía darme ese lujo.
Mi mundo no era sencillo. El negocio con ARKA Holdings había surgido