269. PARTIDA DE AJEDREZ
Mía lo miró con una sonrisa tierna, entendiendo la tormenta de emociones que debía estar atravesando. Le acarició el rostro con cariño. —Amor, tranquilo. Aún es muy pequeño, puedo abrocharme el cinturón yo misma. Estoy embarazada, no incapacitada. Fenicio asintió, pero sus ojos seguían reflejando una inquietud que no podía disimular. —Mía, amor, ten paciencia conmigo hasta que me acostumbre a esta idea —sus palabras eran un susurro, casi una súplica. Con una risa suave, Mía extendió sus brazos para rodearlo en un abrazo reconfortante y depositó un beso en su mejilla. —Todo estará bien, amor. Me cuidaré, y si eso te hace sentir más tranquilo, seguiré tus consejos. Pero por favor, trata de no estar tan preocupado. Eres Fenicio, el valiente, el intrépido. No te reconozco con tanto miedo. Fenicio se permitió una sonrisa pequeña, una rendija de luz entre las nubes de su ansiedad. Mía tenía razón; necesitaba encontrar la forma de aceptar esta nueva realidad con la misma valentía co
Leer más