270. CONTINUACIÓN
Sofía asintió lentamente al llegar arriba, confiando en que César manejaría la situación. A pesar de su deseo de ayudar, sabía que debía cuidarse por el bienestar del bebé. Con una mezcla de inquietud y fatiga, se dirigió a su habitación para intentar descansar, mientras César se preparaba para manejar la delicada situación que se estaba desarrollando.
César, tras asegurarse de que su esposa reposaba tranquilamente en la habitación, se dirigió con pasos medidos hacia el salón donde los gemelos López lo aguardaban. Al hacer su entrada, los hermanos se erguían, sus figuras recortadas en elegancia, pero sus rostros se tensaron al notar la ausencia de Sofía.
—Buenos días —saludó César, su voz destilando una seriedad glacial—. ¿A qué debo el honor de su visita?
—Buenos días, César —replicaron al unísono. Javier, el más astuto según las sutiles pistas desentrañadas por Airis, la IA de César, tomó la palabra—. Nuestra intención era conversar con tu esposa, hay ciertas verdades que necesi