264. EGOÍSMO
Lord Henry miraba con ojos críticos el abismo al que la había llevado el egoísmo desenfrenado.
¿Qué queda de nuestra humanidad cuando la ambición nos corroe por dentro? ¿Qué valor tiene el éxito si para alcanzarlo sacrificamos todo lo que nos hace humanos?
Después de acomodar a su preciado hijo, el joven Lord Hanriet, a quien acababa de rescatar de las garras de la muerte provocadas por las acciones de su propia madre, Lady Sabina, Lord Henry escuchó la confesión que su hijo se había visto obligado a hacer.
El temor de Hanriet a un mal mayor lo impulsó a revelar la verdad a su padre antes de que fuera demasiado tarde para advertirle contra su esposa. Con el corazón oprimido y la mirada fija en el rostro demacrado de su hijo, Lord Henry aún no lograba asimilar los horribles actos de Lady Sabina que Hanriet acababa de relatarle.
Cayó de rodillas junto a la cama donde yacía su único hijo superviviente, luchando por su vida; su respiración era entrecortada. Sin embargo, una paz inesp