249. REALIDADES
Por su parte el mayordomo Jeeves, aunque no escuchó todo lo que dijo Lady Sabina con claridad, si había escuchado lo suficiente para asegurar eso que le estaba preguntando su señor. No era por quitarse la culpa, porque ambos eran culpables de no reconocer en Javier, al hijo que había concebido con Lady Lorena y que se le parecía mucho. Si tan sólo su señor se hubiese detenido un día a observarlo sin los deseos de venganza, se hubiese reconocido en su primogénito, pues éste había heredado su mentón firme y cuadrado, como también hubiese distinguido las facciones delicadas de Lady Lorena, su belleza interior, el color de sus ojos, así como la generosidad que la caracterizaba y que su hijo heredó. Pero la venganza ciega que le alimentaba Lady Sabina contra Javier, no lo dejaron verlo. —Y lo hice señor, le mandé a suministrar la sustancia —contestó con tristeza—, pero en las últimas semanas, había dado órdenes de que no se la dieran, porque entre más lo miraba, sus gestos, algunas pos
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