Capítulo 7

En la mañana, tal como habían acordado, los cuatro jóvenes dejaron sus habitaciones, subieron al automóvil y emprendieron el regreso a Ciudad de México, cuando estaban bastante lejos del pueblo pararon a desayunar y se sintieron lo suficientemente tranquilos para comentar lo sucedido, comenzó Fernando diciendo:

            –Amigo Durán, eso fue una verdadera locura.

            –Totalmente, aun no me recupero –manifestó Javier.

            –¿Será cierto lo que dijo el tal patrón? Que fue una confusión –agregó Leandro.

            –¿Confusión colectiva? Porque muchos en ese lugar creyeron que veían a alguien igual a usted y que al parecer está muerto –señaló Ignacio–, ¿por casualidad tuvo familia en México?

            –No lo creo, yo nací y me crie en Miami –respondió Javier sin convencimiento alguno.

Sus pensamientos bullían sobre la posibilidad de tener algún pariente mexicano al cual se parecía mucho físicamente, debido al revuelo que causó, aún no sabía por dónde empezar, pero si sabía a quién o quiénes consultar para iniciar su investigación.

Los hombres que se habían quedado vigilando para verificar la salida de los cuatro jóvenes informaron debidamente a Julián Durango de su partida del pueblo, no obstante, Durango dispuso que un par de esos hombres fuera a México y se aseguraran de que Javier Durán abandonaba el país, debían vigilar el aeropuerto, ya sabían muy bien a quien buscar porque lo vieron en el pueblo. En realidad esos hombres pensaban que era imposible cumplir esa orden, pero no se atreverían a contradecirlo. Sin embargo, pudieron hacer lo que les ordenó Durango porque al otro día apenas entraban al aeropuerto se tropezaron con Javier Duran que iba deprisa hacia la puerta donde saldría su avión de regreso a Los Ángeles, tampoco había coordinado que su avión lo sacara de allí, tenía que calmarse y comenzar a actuar como siempre había sido, no podía permitir que Adelaida lo hiciera perder la cabeza así.

***

En el avión Javier repasaba los acontecimientos vividos en los últimos días, desde la ruptura con Adelaida hasta la sospechosa reacción de los habitantes del pueblo mexicano, aunque lo ocurrido en México le proporcionaba la oportunidad de ocuparse de otra cosa y no acordarse de la chofer.

Javier llegó a su casa y Catalino al verlo suspiró aliviado, él daría su vida por ese muchacho al que quería como hubiera querido al único hijo de una adorada hermana o algo así era lo que le decía a los otros empleados de la casa.

            –Buenas tardes jefe ¿cómo estuvo su viaje?

            –Terrible porque con la prisa olvidé que tengo mi propio avión y me largué al aeropuerto usando vuelos comerciales, también fue un fracaso en cuanto a negocios porque nos rechazaron, pero me ocurrió una cosa muy interesante, ¿tú sabes si yo tengo familia mexicana o la tuve alguna vez?

            –No lo sé jefe y en los ocho años que tengo trabajando con usted, primera vez que oigo algo referente a México. ¿Puedo preguntarle por qué?

            –Estuve en un pueblo mexicano donde mucha gente me veía como si yo fuera un fantasma o una aparición del más allá.

            –¡Ay que espanto!

            –Tengo hambre Lino.

            –Ya mando a prepararle algo rico. Por cierto jefe lo cambié de habitación porque en la anterior se inundó el baño y dañó la alfombra, aún no está usable, le acondicioné la que está a mitad del pasillo y ya tiene todas sus cosas allí.

Javier lo miró y sonrió, no le creyó nada sobre la inundación, pero entendió que lo había cambiado para que no recordara a la chofer, prefería decirle así porque la sentía más ajena a él de esa forma.

Una vez que comió y se sintió más relajado, se comunicó con Vittorio y Adela, les narró detalladamente todo lo sucedido en el pueblo mexicano y les pidió que le dieran cualquier detalle que pudiera ayudarlo a iniciar una investigación sobre ese hombre Julián Durango.

Vittorio y Adela estaban afligidos y confirmaron, en carne propia, que los secretos a veces no son tales porque una fuerza superior se encarga de dejarlos al descubierto, jamás pensaron que Javier pudiera encontrarse con su tío frente a frente, le dijeron que revisarían sus memorias y que si recordaban algo se lo dirían.

La pareja se sentía abrumada por la decisión que debían tomar, Adela se inclinaba por decirle que no recordaba nada y Vittorio le decía que conociendo a Javier haría uso de sus muchas influencias y contactos para investigar a Durango, así que estaba seguro de que tarde o temprano llegaría a la verdad de su vida, entonces Adela le explicó que si lo hacía por su cuenta tal vez tardaría más y en algún momento desistiría. Finalmente, después de tres días deliberando,  acordaron lo que iban a decirle y lo llamaron.

            –Hola cariño –dijo Adela–, esto es lo que recordamos: llegaste al hogar donde te conocimos a la edad de tres años, sin documentos de ningún tipo, por eso tu fecha de nacimiento es la fecha en la que llegaste al hogar, nunca supimos exactamente cuándo naciste, lo siento, pero fue lo mejor que pudo hacer la encargada que te recibió, nunca supimos su nombre, todo el mundo le decía “la encargada”, al interesarnos en ti rápidamente conseguimos que te asignaran un tutor legal americano que te representara y defendiera tus derechos, fue solo un formalismo, aunque gracias a eso pudimos sacarte del hogar y llevarte al colegio donde te educaste y creciste, no pudimos adoptarte formalmente, por ese motivo no nos daban ninguna información adicional sobre tu orígen, pero al menos permitieron que cuidáramos de ti.

            –¿Saben cómo llegué a ese hogar?

            –Alguien te entregó allí, porque no podía cuidarte, no sabemos quién fue.

            –¿Sería mi madre?, ¿me abandonó allí?

            –No –respondió Adela– la encargada decía que tus padres habían fallecido.

            –Esa encargada tal vez sepa algo más sobre mí, necesito los datos del hogar, ¿pueden dármelos por favor?

Vittorio y Adela se sintieron acorralados, con una mirada decidieron darle el nombre del orfanato.

            –Sí, toma nota, solo tenemos el nombre del hogar y su ubicación, nada sobre la encargada.

            –Eso será suficiente, gracias Vittorio, gracias Adela.

Vittorio y Adela comentaron, entre ellos, que ya no había vuelta atrás, era muy posible que Javier llegara a descubrir toda su verdad, les quedaba estar pendientes para apoyarlo y ayudarlo a superar lo que iba a sufrir cuando se enterara de todo.

Tal como se esperaba Javier armó todo un equipo de investigación para descubrir su origen, eso nunca antes le había importado, pero lo sucedido en México fue demasiado y ya no había manera de olvidarlo, necesitaba saber por qué los del pueblo, incluso el patrón Julián Durango, habían reaccionado tan alarmados con su presencia.

***

Adelaida se mantenía en contacto con Catalino, así que le informó que estaba trabajando para un servicio de limosinas y como hablaba varios idiomas le resultaba muy rentable ya que le daban excelentes propinas. Ante la pregunta inevitable, Catalino la enteró de que Javier había regresado a la casa, pero que estaba sumamente ocupado, tanto que parecía que se había olvidado de las mujeres.

Realmente Javier tenía semanas sin salir de aventura, lo intentó, pero ninguna lo satisfacía, no eran sus labios, no era su cuerpo, ni siquiera eran capaces de conversar o de reír como la chofer, ninguna llenaba ese gran espacio que dejó Adelaida, mientras su amor por ella estuviera tan vivo no iba a poder estar con otra mujer, “te toca esperar, ya la olvidarás” se dijo a sí mismo.

Adelaida vivía una situación similar, recibía varias invitaciones y veladas insinuaciones a continuar la jornada fuera de la limosina y dentro de alguna habitación de hotel, pero se mantenía firme y se hacía respetar en cada ocasión, además cada hombre que trasladaba la hacía compararlo con Javier, que si era más bajo, más delgado, más claro o más oscuro, aunque definitivamente ninguno era tan hermoso como él, por otra parte ella no tenía ninguna intención de olvidarlo, al contrario, cada noche imaginaba cómo sería su conversación de reconciliación y todo lo que pasaría después de que él la perdonara, porque por eso sí rogaba cada día, por su perdón.

***

En su visita a Miami los investigadores encontraron el hogar para niños, el registro de ingreso solo decía Javier Durán y una fecha de nacimiento que coincidía con la fecha de ingreso y solo tres años de diferencia, pero estaba el nombre de la persona que lo recibió y lo registró, así que el siguiente paso, era ubicar a esa persona.

Cuando encontraron a “la encargada” ella estaba muy dispuesta a narrar con lujo de detalles lo que sabía, pero lo primero que hizo fue preguntarles si tenían algo que ver con la firma de abogados que estaba buscando al heredero Javier Durán, porque ya la Licenciada Adelaida tenía la información que ella misma le había enviado en un largo correo, los investigadores fueron astutos y le dijeron que estaban corroborando los datos suministrados por lo que tenía que repetir todo lo que le había contado a esa Licenciada, afortunadamente no hubo ningún inconveniente, se reunieron en casa de la encargada y como estaban sus padres presentes, aportaron aún más detalles a la narración que fue cuidadosamente grabada para no perder nada en absoluto de lo dicho por los señores y su hija.

Cuando Javier recibió la grabación, hubo un momento en que lo único que escuchó fue la referencia a la “Licenciada Adelaida”, la detuvo, retrocedió y se aseguró de que había escuchado muy bien: “¿Qué rayos?, ¿Adelaida había investigado su origen?, ¿era parte de su venganza saber todo sobre él?, ¿con qué fin?” a duras penas continuó oyendo la grabación hasta el final, fue horrible todo lo que escuchó, se sentía ahogado con todo lo que iba descubriendo.

Javier tenía muchas preguntas en su cabeza, estaba mareado y aturdido, se tiró en su cama sin que las preguntas dejaran de acosarlo: “¿Hasta dónde puede llegar la ambición de una persona?, ¿ese hombre, Julián Durango además de ser su tío es el asesino de sus padres y de su abuelo?, ¿pudo haber sido capaz de ese acto tan horrible? y ¿por qué Adelaida no le contó nada, que esperaba?”

Ahora quería investigar profundamente a Julián Durango, pero le advirtió al equipo que en el pueblo no lograrían nada ya que estaban subordinados a él, tenían que hacerlo desde otra vía. Él tenía que hablar con Adelaida, necesitaba saber sus razones para averiguar sobre su origen si al final iba a ocultarle todo, así que la buscó en la dirección que ella había dado en su hoja de vida.

Llegó al edificio, era elegante y ubicado en una buena zona, por lo visto a su padre no le fue tan mal económicamente hablando, el hecho de que Adelaida buscara empleo sería por no gastar todos sus ahorros, se anunció con el portero y llamaron a Adelaida para darle entrada a Javier, pero no obtuvieron respuesta, aunque el portero le comentó que tal vez no tardaría en llegar porque era su día libre y estaría cerca haciendo alguna compra, él se distrajo un par de veces y tal vez en esos momentos ella había salido, el hombre era bastante conversador y él no estaba de humor, así que decidió esperar afuera en su auto, hasta que la viera entrar.

Veinte minutos después la vio venir por la acera, la observó por el espejo retrovisor ya que ella venía de su lado, cuando estaba lo suficientemente cerca se bajó del auto para encontrarse de frente con ella, Adelaida se sobresaltó al verlo y él secamente le dijo:

            –Quiero hablar contigo.

            –¿Quieres ir a mi apartamento? –respondió tratando de parecer tranquila.

            –Sí, vamos.

Adelaida comenzó a caminar seguida de Javier quien llevaba los puños apretados dentro de sus bolsillos, conteniendo el deseo de tomarla en sus brazos y preguntarle, ¿qué había hecho?

Al entrar al edificio, el portero la vio y comenzó a decirle:

            –Señorita Puentes, un hombre preguntó por… –Se detuvo al notar a Javier detrás de ella.

            –Gracias señor Armando, muy amable, vamos a subir.

            –Está bien, que tengan buena noche.

Adelaida abrió la puerta de su apartamento e invitó a Javier a pasar, él se encontró en un ambiente abierto, cálido y acogedor, decorado con muy buen gusto, muebles contemporáneos de líneas curvas, predominaba una escala de azules ahumados con accesorios en metal y cristal que daban una atmosfera de elegancia a toda el área. Ella tomó asiento y le señaló un sofá a Javier para que hiciera lo mismo, seguidamente con un tono frío e impersonal Javier comenzó a decir:

            –He estado investigando sobre mi origen –hizo una pausa para observar su reacción y notó que apretó sus manos una contra otra– descubrí varios hechos, pero el primero que llamó mi atención es que una Licenciada Adelaida ya tenía cierta información sobre mí y la ocultó deliberadamente, quiero saber por qué.

Adelaida lo oyó y sentía que su corazón estallaría en cualquier momento, sus ojos estaban inexpresivos la miraban como vacíos, le dolía mucho haber llegado a esa situación, trataría de hablar con claridad, esperaba que el entendiera sus razones para no decirle nada de lo que había descubierto.

            –Lo oculté porque lo que descubrí era tan terrible que no quería causarte dolor.

            –¿Segura que no lo ocultaste para publicarlo luego y hacerme más daño?

            –No, por favor, por supuesto que no.

            –No te creo.

            –¿Por qué viniste hasta aquí a preguntar si no estabas dispuesto a creerme?

Javier no pudo responder, pensaba que era sensato lo que ella decía respecto a ocultarlo porque era un terrible descubrimiento, pero decidió no creerle, así era más fácil para dejar de amarla, algún día.

Se miraron unos segundos, luego él se puso de pie y se dirigió a la puerta, antes de cerrar tras de sí, la escucho suplicar:

            –Por favor créeme, te amo.

Javier terminó de cerrar la puerta y susurró mientras se alejaba por el pasillo:

            –Yo también te amo.

Al llegar a su casa Javier llamó a Vittorio y a Adela, les contó todo lo ocurrido con los investigadores, lo que encontró en la grabación y no omitió lo de Adelaida y que había ido a buscarla para confrontarla y que aunque ella le dio una razón válida para mantener oculto su descubrimiento, igual le dijo que no le creía.

Ellos lo oyeron, comentaron lo terrible del descubrimiento y le recomendaron mucho cuidado con su investigación sobre Julián Durango, ya que demostró ser un hombre sin escrúpulos y sumamente peligroso.

Vittorio le habló sobre las repercusiones de recobrar su verdadero apellido porque iba a ser muy laborioso y costoso modificar todo lo hecho en su vida, Javier le aclaró que eso no le importaba mucho y que podía seguir siendo Javier Durán, que ahora su motivación solo era descubrir si Julián Durango tuvo algo que ver con el incendio que mató a sus padres y abuelo.

Adela intervino para decirle:

            –Siempre me he considerado como una madre para ti y te quiero como sé que hubiera querido a un hijo propio, en función de ese sentimiento yo actué y cuando Adelaida me comentó que quería abrir una investigación sobre tus padres, le pedí que si descubría algo que te hiciera daño no te lo dijera, esa encargada del hogar de niños le envió un correo contando todo lo ocurrido, ella me lo reenvió y quedé tan impactada con los sucesos que le recomendé que mantuviera el secreto.

            –Adela compartió conmigo ese correo –agregó Vittorio– y decidimos que no te diríamos nada, la culpa que le das a Adelaida por guardar silencio, también es nuestra. Lo único que queríamos era evitarte sufrimiento.

            –Estoy atormentado ¿es posible tener tanta ambición?, ¿puede un ser humano matar a su padre y a su hermano por dinero?

            –Lamentablemente Julián Durango parece ser ese tipo de persona, ambiciosa, sin escrúpulos, sin valores y sin moral.

            –Si logro comprobar su participación en el incendio, haré que se pudra en la cárcel.

            –¿Qué harías con la hacienda?

            –No lo he pensado aún. Aunque si imaginé mejoras en el pueblo porque parece perdido en el pasado, incluso estando allá visualicé muchos cambios. Estoy cansado, voy a dormir, los llamaré pronto.

            –¿Nos perdonas?

            –A ustedes solo debo agradecerles por mi vida y por lo que soy, no tengo nada que perdonarles.

            –Recuerda que Adelaida no te lo contó porque nosotros se lo pedimos.

            –Adelaida es otro asunto, no sé qué hacer con ella. Buenas noches, que descansen.

Javier cortó la llamada para no seguir mencionándola, porque terminaría confesando que cada día le era más difícil vivir sin ella.

Muy temprano, a la mañana siguiente, recibió información de sus investigadores con respecto a Julián Durango, en los días siguientes al fatal incendio encontraron los cadáveres de nueve hombres fuera de los límites de la hacienda, se corrió el rumor de que eran ladrones de ganado y no los volvieron a mencionar, porque algunos peones de Durango comentaron en esa época, animados por el alcohol, que su patrón había acabado con unos cuatreros que había descubierto.

Todo encajaba perfecto, los nueve hombres pudieron ser los encargados de provocar el fuego por orden de Durango y la forma de este quedar sin testigos que pudieran inculparlo, era haciendo creer que eran ladrones de ganado, por lo que los peones no tendrían ningún inconveniente en celebrar que acabara con ellos.

Verdaderamente no había forma alguna de probar su culpabilidad en el incendio, solo podría probarse que había mentido respecto a la muerte de su sobrino para quedarse con la hacienda.

Su plan había resultado perfecto por casi treinta años, finalmente el último rastro de humanidad que le quedaba lo utilizó entregando a su sobrino a un orfanato y Javier pensó en llamarlo humanidad porque realmente podía haberlo matado y enterrado en el camino.

Debían armar una estrategia para presionarlo y poder sacarlo de la hacienda, había que exponerlo ante todos como un cobarde mentiroso, tal vez así pudiera surgir alguien dispuesto a hablar, para responsabilizarlo por la muerte de su familia.

Surgió la idea de distribuir carteles en el pueblo con la noticia de que Javier Durango nieto y único heredero de Sócrates Durango estaba vivo y que pronto visitaría la hacienda para hacerse cargo de todo. Cuando se ejecutó este plan, hubo un gran alboroto en el pueblo y aunque Julián Durango mandó a recoger los carteles, incluso amenazando de muerte al que se atreviera a conservar alguno y divulgar su contenido, a puertas cerradas era el tema de conversación de todos.

Por su parte Julián Durango mandó a vigilar los caminos y ordenó que impidieran a toda costa que alguien no autorizado por él personalmente, entrara al pueblo, se volvió irascible, sospechaba de todos, bebía mucho y gritaba a todo pulmón que su sobrino había muerto de fiebre, que nadie había podido salvarlo, que él era el único amo y señor de esas tierras y que nadie se las arrebataría. Al poco tiempo aparecieron nuevamente los carteles y mandó a quemar el pueblo porque todos eran unos traidores, afortunadamente nadie lo obedeció porque el pueblo era el hogar de todos los que trabajaban en la hacienda y no había lealtad alguna que los hiciera quemar sus propias casas, aunado a lo que decían los carteles se sumó el comentario de que Julián había perdido la razón totalmente, porque solo así, podía haber ordenado semejante barbaridad.

Julián Durango durante el día estaba en la casona de la hacienda, pero en las noches recorría la calle principal del pueblo, vociferando que ese pueblo le pertenecía y que él era el único heredero de los Durango, disparaba al aire algunas veces, por lo que todos estaban encerrados y protegiéndose de la locura de su patrón, algunos hombres decidieron ir a México a denunciar la situación y a solicitar que detuvieran a Javier Durango, pero fueron contactados por el equipo de Javier e iniciaron un plan para poder enjuiciar a su tío.

Yoris Piñate

Hola queridas lectoras, hoy subiré otro capítulo porque este 7 correspondía al día miércoles, pero por detalles técnicos no se publicó. Gracias por seguir acompañándome en esta historia y permanezcan atentos a un próximo encuentro de Javier y Adelaida a estos dos les queda algo aún.

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