La Chofer
La Chofer
Por: Yoris Piñate
Capítulo 1

Estaba llegando a la oficina principal agobiado, angustiado, estresado, con más ganas de devolverse que de entrar a enfrentarse al hermosísimo ejemplar que tenía como jefe; Catalino solo quería conversar primero con la asistente a ver si le había conseguido un chofer porque era la única forma de que él pudiera volver a recuperar su paz mental, hasta ahora solo se había dedicado a coordinar su casa y como su jefe nunca estaba allí, él era feliz, muy feliz, hasta que el jefe se quedó sin una persona de confianza que lo traslade a cuanto lugar, dentro y fuera del país, se le ocurra.

            -Buenos días –saludó con su carisma característico.

            -Buenos días señor Catalino –respondió la secretaria del piso de presidencia donde se encontraba la oficina del jefe de ambos.

            -Lino, querida, Lino, repite conmigo L-i-n-o.

            -Ay, usted siempre tan gracioso.

            -No soy gracioso, en cuanto tenga dinero suficiente me arreglo el nombre, te lo juro. Ahora, por favor, dime que ya tienes chofer para el jefe y que puedo devolverme en este instante a mi jaula de oro.

            -Lo siento, aún no he contratado a nadie, pero hoy haré varias entrevistas y como el jefe va a estar muy ocupado con una delegación extranjera, puede acompañarme y tomaremos juntos la decisión, ¿le parece?

            -Claro que me parece, ¿cuándo comenzamos?

            -Tómese un cafecito, que en poco tiempo comenzaran a llegar los candidatos.

***

Se instalaron en una sala de reuniones muy moderna dotada con una amplia mesa de madera oscura, sillas ergonómicas, servicios tecnológicos de última generación con diferentes alternativas de proyección, era muy luminosa y tenía a un lado el área para servicio de coffe break; esa sala reflejaba el nivel económico del empresario que estaba a cargo y allí fue donde les explicaron a todos los aspirantes en qué consistía el trabajo, recibieron las hojas de vida y luego iniciaron las entrevistas individuales, sería una larga jornada porque había un total de quince personas postulándose. Al final del día, cuatro de ellas se destacaron y fueron citadas para una próxima entrevista.

Al otro día la primera persona en llegar fue recibida por la secretaria del señor Durán y causó una buena impresión por su puntualidad, ella comenzó la entrevista a la espera de que se incorporara Catalino para dar su veredicto final, entrevistó a la segunda persona y cuando ya iba a llamar a la tercera apareció Catalino, con cara de pocos amigos, se hizo a un lado con la secretaria y le comentó que había estado hasta las tres de la madrugada dando vueltas con el jefe quien quería “visitar” a unas amigas y que le urgía encontrar un chofer pronto porque no soportaría otro día de “visitas” con él, la secretaria lo tranquilizó y lo invitó a conversar con las dos personas que ella ya había entrevistado, la primera era un joven muy serio, Catalino lo hizo pasar a una oficina muy elegante con un amplio escritorio, detrás del cual se colocó y luego de invitarlo a sentarse le preguntó sin protocolo alguno:

            –¿Estará disponible los 7 días de la semana, las 24 horas del día?

            –¿Cómo así?  ¿Y los descansos, las horas de comida, las vacaciones?

            –No hay, disponibilidad total para el jefe, sin horario alguno.

            –No puede ser, eso es inhumano.

            –Gracias por su tiempo joven, puede retirarse –dijo Catalino tajante.

La siguiente persona era una joven a quien no descubrió como tal hasta que ella se quitó el gorro tejido que traía y liberó una larga cabellera marrón, tenía unos hermosos ojos color aceituna, facciones casi perfectas, sonrisa muy agradable, Catalino sin decir una palabra, pensó en descartarla de inmediato porque lo menos que iba a hacer su jefe era ponerla a manejar, la disfrutaría un par de días, le daría una generosa indemnización y él tendría que seguir conduciendo su automóvil por más tiempo del deseado, pero solo por haberla hecho esperar accedió a conversar con ella e inició de la misma forma:

            –¿Estará disponible los 7 días de la semana, las 24 horas del día?

            –Si la paga es buena, sí, lo haré con mucho gusto.

            –La paga es excelente, pero exige disponibilidad total, sin horario, el jefe llama y usted acude, punto.

            –Bueno, ya sé que tengo que dar yo, ¿qué ofrece usted o su jefe?

            –Como ya le mencioné un excelente salario, habitación con todas las comodidades, comida y muchos beneficios adicionales, tales como viajes dentro y fuera del país, porque al ser chofer del señor Durán también será una persona de confianza y adonde él vaya irá usted y manejará para él en cualquier lugar, es importante que conozca todas las vías de esta ciudad y también que se prepare para conducir en los diferentes destinos a los que viajará con él.

            –¿Qué edad tiene este señor Durán?

            –Treinta y dos años, pero a veces parece mayor por su seriedad, es sumamente exigente, le aconsejo que solo hable si él le pregunta algo, el resto del tiempo, limítese a conducir y a estar disponible para conducir cada vez que él lo requiera. 

            –¿Qué auto tiene el señor Durán?

            –Excelente pregunta, tiene un Mercedes-Benz EQS, otro Mercedes-Benz Clase-S cualquiera de los dos sería para uso diario, los días que no trabaja maneja él mismo y usa su Bugatti, ah y para eventos se traslada en el Rolls-Royce Phantom, algunas raras veces le solicitará una limosina y tendrá que usar un servicio externo de renta. Otra cosa, cuando él viaja los autos que se le alquilan son todos de ese mismo estilo igual o mejor, según el país donde se encuentren.

La joven no comentó nada, pero con cada mención de un auto lo visualizaba y calculaba cuánto dinero iba a tener bajo su responsabilidad, porque todos eran autos de lujo y de lo más caro del mercado, era intimidante realmente.

–En su hoja no menciona familiares, ¿puedo saber por qué? –preguntó Catalino y la sacó de su reflexión.

            –No tengo a nadie señor.  Mi padre era mecánico y piloto de autos de carrera, murió en un terrible accidente de la Pista Mayor hace tres años, pero me enseñó todo lo que sé sobre automóviles, no solamente los conduzco, también puedo repararlos, respecto a mi madre, creo que debe estar en alguna parte del planeta, ella no soportó más la vida de mi padre y nos abandonó hace muchísimo tiempo.

            –Me estoy inclinando mucho por usted, aunque debo entrevistar a dos personas más, puede retirarse y yo le aviso esta misma tarde la decisión final, yo particularmente estoy interesadísimo en finiquitar lo más pronto posible la contratación.

            –De acuerdo, esperaré su llamada y le ruego que, aunque sea negativa igual me llame, detesto que me dejen esperando.

            –Sea cual sea la decisión, se lo comunicaré hoy mismo.  Gracias por su tiempo y su sinceridad.

Catalino hizo las otras entrevistas, sin embargo, comparaba a los entrevistados con la chica y no había manera de destronarla, así que habló con la secretaria:

            –Creo que tomé una decisión y no es por mi desespero de volver a mis labores de mayordomo, es que esa persona me cayó muy bien y me parece muy seria, es la segunda entrevistada, la joven Adelaida Puentes no solo conduce, es mecánico lo que puede ser favorable al momento de un imprevisto.

            –Esa chica es muy agradable realmente, aunque dudo que pueda congeniar con nuestro jefe, ella estaba muy sonriente todo el tiempo y al señor Durán le fastidian esas manifestaciones, sugiero ponerla a prueba desde mañana, si supera el día, se queda, ¿qué opina?

            –Opino que por primera vez en mucho tiempo voy a improvisar un altar y a encender velas para pedirle a quien sea que esté por allá en los cielos, que permita que esos dos seres se lleven bien.

            –Ay Catalino, qué ocurrente.

–Lino, criatura, Lino, ¡por los Clavos de Jesucristo! ¿Cuándo vas a prestarme atención?

***

Adelaida recibió la llamada de Catalino informándole que había sido seleccionada, pero que aún debía pasar toda una jornada con el señor Durán y si no la había ahorcado o mordido al final del día, el trabajo era suyo. Aunque le extrañó mucho la advertencia, supuso que lo decía por la referencia a la seriedad de su futuro jefe, así que nada, cumpliría con su trabajo y no se dejaría afectar por las maneras de él, sin importar cómo la tratara tenía que aguantarse para lograr su propósito, ya el primer paso estaba dado.

A las seis y media de la mañana estaba en la dirección que le había indicado Catalino, él la recibió, la revisó visualmente para comprobar que estaba vestida apropiadamente, ya que aún no le podía dar el uniforme correspondiente, pero su pantalón, camisa y chaqueta no estaban mal para el día de prueba, luego le ofreció un desayuno ligero mientras el señor Durán terminaba de arreglarse, el primer destino era el edificio de oficinas, a partir de allí todo dependía del jefe. Faltando diez minutos para las siete de la mañana ya estaba parada frente al automóvil esperando, de pronto vio venir hacia ella a un hombre o mejor dicho a una visión divina, un dios griego, un ángel, contuvo la respiración aún a riesgo de ponerse morada, cuando él llegó a su altura se detuvo a esperar que ella abriera la puerta del automóvil sin despegar la vista de su teléfono, cuando Adelaida volvió en sí, abrió rápidamente al mismo tiempo que le daba unos “buenos días” que no obtuvieron respuesta, ella se recuperó del todo y tomó rumbo hacia el edificio de oficinas de Javier Durán.

Durante el trayecto él no separó la vista de su teléfono, Adelaida lo miraba de reojo por el espejo retrovisor, aún no creía que ese ser que estaba sentado en la parte de atrás del vehículo fuera real, manejó con cuidado y a velocidad regular, llegó en el tiempo indicado por Catalino quien le había dado algunas recomendaciones para que su desempeño fuera exitoso, debía estacionar y subir a esperar en la sala para tal fin ubicada muy cerca de la oficina del señor Durán, hasta que él le diera alguna instrucción.

La mañana transcurría tranquila casi aburrida hasta que el señor Durán salió rápidamente de la oficina diciéndole:

–Lléveme al Centro de Convenciones –sin agregar nada más.

–Enseguida señor –respondió Adelaida, siguiéndole el paso.

En el camino hacia el lugar indicado por Javier Durán una camioneta frenó bruscamente frente a ellos, cerrándoles el paso, Adelaida estaba reclamándole al chofer del otro vehículo a través de su ventanilla cuando se bajó una mujer y la retó, Adelaida salió del auto y la otra mujer se le fue encima tratando de golpearla, Adelaida la tomó por el brazo y con una maniobra la lanzó al piso.  Javier Durán también se había bajado del auto y observaba atónito como su chofer sometía a Cinthya Cabello, una mujer con la que había salido un par de veces y que ahora parecía absurdamente obsesionada con él.

Adelaida le pidió a Javier que volviera al automóvil, retrocedió y rodeando la camioneta se alejó de allí, en el forcejeo se le había caído su gorro tejido por lo que su larga cabellera había quedado al descubierto, Javier la miraba incrédulo porque hasta ese momento ni siquiera había reparado en que la persona que le estaba manejando era una mujer, tomó su teléfono y llamó a Catalino:

            –¿De dónde sacaste a esta mujer?

            –¿Cuál mujer, jefe?

            –La que está manejando el auto.

            –Aaaah Adelaida, la mejor candidata de todas, disponibilidad 24 horas los 7 días de la semana, además sabe de mecánica.

            –Y también artes marciales por lo que pude observar hoy.

            –¿Artes marciales? Bueno, le diré que ella está a prueba por hoy, si tiene alguna queja no dude en llamarme para hablarle, al terminar la jornada me avisa si la dejo o sigo buscando.

            –De acuerdo, te avisaré.

Adelaida lo miraba por el espejo retrovisor, pensando que era un idiota, porque estaba hablando de ella, como si no estuviera presente o peor como si le importara un pito que ella escuchara su conversación, no se aguantó y le dijo:

            –Pudo haberme preguntado y no hablar de mí como si no estuviera presente.

Javier Durán la miró por el retrovisor, asombrado por el reclamo, igual pensaba que Catalino no la había instruido bien referente a la forma de dirigirse a él, decidió ignorarla, al fin y al cabo, era una aspirante que estaba a prueba. No obstante Adelaida, aún tenía una duda que quería aclarar y por eso le preguntó:

            –¿Quién es la mujer que enfrenté hoy?

            –Alguien con quien salí hace un tiempo.

            –¿Hay más así obsesionadas con usted?

            –¿Por qué pregunta?

            –Porque soy chofer, no su guardaespaldas.

Javier Durán iba a replicarle seriamente cuando recibió una llamada y le dio indicaciones a Adelaida para pasar por una dirección que le dictó con el fin de recoger a una persona muy importante, Adelaida obedeció y llegaron a una zona con edificios muy nuevos, en uno de ellos esperaba una espectacular rubia, usaba un traje color blanco ajustado al cuerpo, cabello muy corto, con unos grandes lentes oscuros que ocultaban la mitad de su rostro, Javier se bajó para recibirla y entonces Adelaida aprovechó el momento para recoger su melena y colocarse el gorro por lo que su cabellera quedó oculta nuevamente, al entrar al auto la rubia protestó:

            –Pensé que venías en la limosina, sabes que es mi preferida –protestó con una voz nasal que le resultó graciosa a Adelaida quien no pudo reprimir una risita burlona que no pasó desapercibida para Javier Durán.

            –Lo siento querida, en realidad hoy es un día muy ocupado para mí, pero no podía dejar de verte al menos un rato.  Vamos a nuestro lugar para demostrarte cuánto te extrañé.

Adelaida puso los ojos en blanco y volvió a ser capturada por Javier Durán, que le daba instrucciones para llegar al lugar que le mencionó a la mujer, al estar allí le pidió que lo recogiera en una hora y Adelaida no pudo contener su lengua por lo que exclamó:

            –¿Una hora? ¡Que poquito! –enseguida se arrepintió y se mordió los labios, pero ya todo había salido de su boca.

La mirada de Javier Durán la fulminó, aunque no pronunció palabra y ella pensó que se había quedado sin trabajo en ese mismo instante.  Decidió esperar allí mismo, puso la radio y al rato ya estaba distraída cantando, así la encontró su jefe quien regresó solo al automóvil, al entrar al mismo le pidió que lo llevara finalmente al Centro de Convenciones, ella obedeció de inmediato, respirando aliviada porque aún parecía tener oportunidad de quedarse con el puesto.

Al terminar la larga jornada en el Centro de Convenciones lo llevó a un restaurante donde tendría una reunión de negocios, según le oyó mencionar por teléfono cuando confirmó que estaba en camino, lo esperó por tres horas, pero extrañamente apenas había transcurrido media hora cuando llegó un mesero con una bolsa que contenía no sobras sino una comida completa, se la entregó indicando que se la había enviado el señor Durán y volvió a entrar al restaurante, ella quedó impactada, sin embargo, se dispuso a disfrutar de todo lo que contenía la bolsa.

Al entrar al restaurante Javier se reunió con un grupo de empresarios con los que cerraría pronto un lucrativo negocio, pero se sentía desfallecer del hambre, curiosamente pensó que la chofer tampoco habría comido porque estuvo esperándolo todo el día, así que cuando ordenó su comida también solicitó que le llevaran cena a ella; no era su costumbre y no quiso analizar el porqué de su acción así que decidió pasarlo por alto.

Cerca de la medianoche llegaron a la casa y al bajarse del auto Javier Durán le dijo:

            –Mañana a la misma hora de hoy.

            –Si patrón, digo, sí señor, no, no, es… sí jefe.

Adelaida estacionó y buscó a Catalino para que le indicara dónde iba a dormir ya que el jefe se había despedido hasta el siguiente día, Catalino se alegró mucho y la llevó a una habitación con baño privado que estaba justo sobre el garaje, amplia, sencillamente amoblada, pero muy cómoda, con baño y vestidor incorporado, perfecta para ella, según expresó, él le ofreció pasar a la cocina para que cenara y ella le explicó que ya el jefe le había dado de comer, Catalino rio por lo que consideró una mentira, pero Adelaida le explicó con mucha seriedad que lo había llevado a un restaurante para una reunión y que él había mandado al rato una bolsa que contenía comida para ella, no sobras, una comida completa, Catalino no podía creer lo sucedido, se asombró mucho y le dijo a Adelaida:

            –Cualquiera que sea el hechizo que estas usando para quedarte con el puesto continúa, no lo dejes de hacer te lo ruego.

            –Lino, no estoy usando nada, solo mi encanto natural –dijo riendo, Adelaida.

Catalino le entregó el uniforme que consistía en un traje de pantalón y chaqueta en color negro, camisa blanca, zapatos, corbata y gorro también en color negro, al mismo tiempo le dijo:

            –Talla del uniforme y número de zapatos según indicaste en tu hoja de solicitud, así que espero que te quede todo. Tendrás dos cambios más, pero te los entrego después ya que aún no los tengo.

            –Ya me los pruebo y comenzaré a usar coleta porque este gorro no cubrirá mi cabello.

            –No hay problema. Que pases buena noche –se despidió Catalino contento.

***

A la mañana siguiente, ella estaba lista al lado del automóvil y cuando Javier llegó le expresó:

            –Buenos días jefe, ¿a la oficina?

            –Buenos días, si por favor.

Catalino estaba discretamente cerca pendiente del encuentro entre la chofer y Javier, por lo que casi se desmaya cuando oyó a su jefe responder a los buenos días y además decir por favor.

Ya en el auto Adelaida comenzó a tararear una canción que interrumpió cuando apareció de nuevo la camioneta del día anterior, esta vez le cerró completamente el paso, cuando Javier se percató de lo sucedido ya Adelaida estaba fuera del auto y retaba a la mujer quien salió con una pequeña pistola, Adelaida le dio un puntapié en la mano y la desarmó en segundos, la sometió en el piso y le dijo a Javier que llamara a la policía, este le hizo caso impresionado aún con la actitud de su chofer.

Rápidamente llegó una patrulla, Adelaida asumió toda la responsabilidad de los hechos sin involucrar a su jefe para nada, por lo que el caso quedó como una disputa entre conductores, llevaría a su jefe a la oficina e iría luego a la delegación para formalizar la denuncia, una vez de vuelta en el automóvil, Javier le expresó:

            –Realmente no entiendo por qué lo hizo, pero le agradezco enormemente que no mencionara que conozco a la mujer.

            –Si lo decía iba a parecer chisme, desde mi punto de vista, ella se me ha atravesado dos veces buscando bronca, así que la cosa es conmigo.

            –Sabe mucho de defensa personal, por lo que he observado.

            –Sí, mi padre insistió en ello, porque me desenvolvía en un mundo muy masculino, así que tenía que aprender a defenderme de cualquier abusador.

            –¿Mundo masculino?

            –Sí, carreras de autos y pistas; pilotos, mecánicos, ayudantes, de todo eso.

            –¿Cuál es su nombre?

            –Adelaida Puentes para servirle jefe, cuando lleguemos lo dejo y voy entonces a la delegación a declarar y al terminar regreso a la oficina.

            –De acuerdo, si necesita asistencia o se complican las cosas, no dude en llamarme.

            –Aun no tengo sus números.

Javier sacó una tarjeta de presentación, se la entregó y ella le dijo:

            –Muchas gracias, espero que no sea necesario llamarlo y que todo sea sencillo.

Javier Duran se bajó del automóvil pensativo, de pronto se sintió interesado en la chica porque le llamó mucho la atención su actitud, era tan diferente a las mujeres con las que trataba a diario que se impresionó y gratamente.  Adelaida moría por comentarle a Catalino la actuación de su jefe, estaba cambiando la impresión maligna que tenía de él.

***

Cuando Adelaida llegó a la delegación de policía, se enteró de que la mujer había descrito con lujo de detalles su relación con Javier Durán y que no tenía nada que ver con la chofer sino con el ocupante del automóvil, a quien buscaba para pedirle una explicación por su silencio y distanciamiento.  Adelaida manifestó que no tenía idea de esa relación ya que era su primer día de trabajo, pero que en definitiva la mujer la había insultado, se le había ido encima con intenciones de hacerle daño y ella sólo se había defendido, además con el segundo altercado fue peor porque la mujer estaba armada y allí sí de verdad tuvo miedo de que le hiciera daño, por lo tanto, en ambos casos alegó defensa propia y confirmó la acusación de asalto con intención de daño físico, firmó su declaración, formalizó todos los trámites y no tuvo que aclarar nada con respecto a la relación de su jefe y la mujer.

Regresó a la oficina y al verla Javier Durán la hizo pasar a su oficina para saber cómo le había ido, Adelaida entró y recorría con la vista el impresionante lugar, todo allí era una exhibición de lujo y buen gusto, el mobiliario, las obras de arte, los accesorios del escritorio, era una oficina muy amplia e iluminada por luz natural gracias a los grandes ventanales, pero igual se respiraba elegancia masculina mezclada con su loción cuyo aroma también había dejado impreso en su auto, todo su cuerpo se erizó y finalmente pudo iniciar su narración:

            –Cuando llegué ya la mujer esa había dicho hasta de qué color son sus medias jefe, pero yo me centré en que ella me atacó y que yo sólo me defendí porque le vi sus claras intenciones de hacerme daño incluso con un arma de fuego, además como apenas estoy comenzando a trabajar con usted, realmente no tenía idea de que ustedes se hubieran enrollado, los policías se convencieron y aceptaron el cargo de asalto, ya firmé lo que tenía que firmar y listo.

Javier Durán quedó de una pieza, no supo que decir ante las palabras de la chofer: “¿La mujer esa dijo hasta de qué color son mis medias?” “¿ella le dijo a la policía que no sabía que Cinthya y yo estábamos enrollados?”.  Solo sabía, en ese momento, que estaba ante la imprudencia hecha persona.  Decidió dar por terminada la reunión con ella:

            –Está bien, espere afuera, si la necesito le aviso.

            –A sus órdenes jefe.  –Adelaida se despidió haciendo un remedo de saludo militar y salió de la oficina, bajo la mirada de Javier quién no salía de su asombro.

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