Capítulo 7

Al llegar a la puerta principal nos encontramos con un espectáculo para nada peculiar, justo al final de las escalinatas se encuentran Seth y Jack rodeados por un grupo de mujeres que no hacen más que preguntar estupideces.

—Te dije que esto no valía la pena —murmuro al oído de Mel.

—¿Qué esperabas? Él es todo un...

—Puto Don Juan —termino su oración hablando entre dientes para contener las ganas de saltar sobre esas golfas y despedazarlas para bañarme con su sangre.

—No digas esas cosas.

La miro con incredulidad a la vez que señalo con ambas manos la escena frente a sus ojos.

—Lo sé, lo sé —se defiende—, pero si miras bien él las está ignorando.

—Me da igual —me encojo de hombros queriendo demostrar que no me importa, aunque es obvio que es todo lo contrario.

Seth levanta la cabeza y nuestras miradas se encuentran, una enorme sonrisa reemplaza el gesto de hastío que mostraba ante las atenciones y sus preciosos ojos azules brillan de tal forma que parecen invitarme a sumergirme en ellos. “Por todos los infiernos, contrólate, Lilith”, sacudo la cabeza para despejar mi mente. 

—Nicole —me llama y, haciendo a un lado a las mujeres frente a él, sube dos escalones para llegar hasta donde estoy—. Buenas noches.

Ese nombre se escucha demasiado bien en su arrebatadora voz, es una pena que en verdad no me pertenezca.

“¿Qué m****a pasa conmigo?”.

—Sí —saludo fingiendo indiferencia y bajo las escaleras pasando a su lado.

Mel deja salir un suspiro de frustración ante mi comportamiento y sonrío de lado, en verdad se parece demasiado a mi madre.

—Nos vemos después chicas —Jack se despide de las féminas con las que aún se encontraba hablando y se acerca con su estúpida actitud jovial—. Hola belleza —me saluda divertido con un abrazo y se puede escuchar un gruñido nuestras espaldas. Él sólo levanta las manos al aire y aprieta los labios conteniendo la risa.

Los comentarios del grupo de zorras no se hacen esperar, todas tienen una opinión que dar de mi vestuario, de mi figura o de mi carácter, y más de una pregunta entre risillas ¿Qué es lo que él ve en mí? Estoy a punto de m****r al diablo a cada una de ellas cuando la potente voz de Seth me detiene.

—¡Ya cierren la boca! —ordena y ellas callan bajando de inmediato la cabeza dejando sus cuellos expuestos—. Si vuelven a faltarle el respeto lo pagaran caro.

Su mirada es tan fría que puede congelar el alma de cualquiera. Sin embargo, en cuanto posa sus ojos en mí toda rudeza desaparece sin dejar rastro y camina a mi encuentro, seguido por Mel que parece no creer lo que sucede.

—Lamento que te ofendieran —se disculpa.

—No importa. Las idioteces que dicen solo demuestran su desesperación —me sincero y cuando veo su sonrisa de satisfacción cambio de tema antes de sonrojarme—. En fin, me gustaría cenar de una m*****a vez.

—Vamos, entonces.

Me ofrece su mano para que la tome, pero lo ignoro y sujeto el brazo de Pink Panter.

—Pero ¿qué? —ella se sorprende por un segundo y luego se deshace de mi agarre—. No, no, no, amiga. Ve con Seth, yo debo hablar con este tonto sobre algo muy importante —señala a Jack con el pulgar.

—No me jodas —quiero que ella note lo incómoda que estoy, pero simplemente me ignora.

—Es verdad, adelántese y consigan unas rebanadas para todos. Los alcanzaremos en un rato.

Recorremos con paso lento el corto sendero al comedor, Seth no me quita los ojos de encima, parece que tengo el rostro embarrado con alguna porquería; me abstengo de voltear a mirarlo, cierro los puños y entierro las uñas en mis palmas para recordarme que es un miembro de la manada.

—Eso es irritante —me quejo deteniéndome en seco.

—¿Qué cosa? —él me imita y se pone de perfil observándome con mayor intensidad.

—Que me mires como un maldito psicópata depravado —respondo a su estúpida interrogante. Giro y lo enfrento cruzando los brazos sobre mi pecho.

Ríe al tiempo que se inclina para acortar los diez centímetros que diferencian nuestras alturas y sujeta mi mentón con su índice y su pulgar obligándome a levantar el rostro para que nuestras miradas se encuentren. Percibo un hormigueo para nada molesto bajo su tacto que me provoca un súbito escalofrío.

—Pues tendrás que acostumbrarte, porque no tengo la más mínima intención de dejarte ir. 

Sonrío ante su audacia, en verdad se fía de su encanto; es una pena que su efecto sea tan efímero. Sí, quizás existe algo en él que me atrae, pero no permitiré que esto sobrepase los límites.

—Realmente crees que eres un puto dios de la perfección ¿Verdad? —hablamos sin movernos, no quiero apartarme porque disfruto de su toque—. Déjame aclararte algo... No estás ni cerca de ser mi hombre ideal —miento.

—Eso puedo solucionarlo, sólo dime cómo es ese hombre que tanto esperas.

—No es de tu m*****a incumbencia.

—Eres muy obstinada —su filosa lengua replica con rapidez, haciéndome enfurecer—, pero al final no podrás resistirte.

Acaricia mi labio inferior con su pulgar y de inmediato quito su mano de un golpe.

—¿Crees que soy como una de esas putas baratas que te siguen todo el día? —sonrío con satisfacción ante la confusión de su rostro—. Eres el imbécil más engreído que conozco. Hasta podrías disputarte el primer puesto con Roger  —Seth gruñe y eleva su pecho amenazante, pero no existe forma que retroceda. Es hora de terminar con esto—. Metete esto en la cabeza, Seth Seller... TÚ NO ME INTERESAS.

Volteo y regreso a los dormitorios por un sendero distinto para evitar encontrarme con Melody, no estoy de humor para soportar su cuestionamiento por mí actitud. Mi pecho duele con mayor vigor a medida que me alejo y un sentimiento desconocido abraza mi garganta formando un nudo. Estoy tan furiosa que no tengo intenciones de quedarme un día más en este endemoniado lugar. 

“Al diablo con las estúpidas clases”.

Entro a mi habitación y meto algunas cosas en mi mochila, mi compañera aún no regresa así que puedo moverme con tal velocidad que apenas en unos segundos estoy lista para partir. Me acerco a ventana y, luego de asomarme para verificar que nadie está observando, me dejo caer fuera del edificio; en cuando mis pies tocan el suelo ruedo sobre mi espalda y me incorporo precipitarme hacia el bosque. Antes de perderme en la espesura echo un último vistazo, estoy segura de que Pink Panter me está buscando, por eso mismo salí por la ventana, pero no puedo enfrentarla. No ahora.

Puedo escuchar un aullido lastimero en la distancia que provoca que el dolor en mi pecho aumente, más lo ignoro y acelero mi carrera tanto como puedo, sólo quiero llegar con mi madre y olvidar lo que pasó está noche.

Cuando me encuentro lo suficientemente lejos, dejo que la bestia tome el control y me entretengo saltando entre los arbustos y trepando a los árboles intentando atrapar alguno de los pequeños roedores que los habitan, todo el maldito bosque es mi puto patio de juegos. Me carcajeo satisfecha al ver como la ardilla que tengo en la mano se retuerce con desesperación.

—Tranquila pequeña —acaricio su cabeza—, no voy a hacerte daño. Solo me estoy divirtiendo —la dejo ir. No vale la pena matarla, su carne es muy poca para satisfacerme.

Bajo de la rama en la que me encuentro y estiro los brazos tras bostezar, debido a la pobre alimentación y excesiva actividad del día el cansancio está haciendo mella en mí.

—Es mejor que me apresure a llegar a casa —murmuro y comienzo a correr de nuevo.

A los pocos minutos diviso las luces de las ventanas de mi destino, pero me detengo de pronto cuando escucho que algo viene a mi encuentro con pasos acelerados; no debo continuar hacia a mi hogar en estos momentos, representa una amenaza muy grande para mi madre. Sí bien nadie me reconocería gracias a que estoy en esta forma no puedo arriesgarme.

En unos segundos un enorme lobo de pelaje cobrizo se presenta delante de mí, tal parece que intentaba interceptarme. Por un momento me observa extrañado, inclinando la cabeza de lado, supongo que quiere comprender que rayos soy. Es obvio que es un miembro de la manada, por lo que decido provocarlo un poco.

—¿Qué sucede chucho? ¿Tienes miedo? —rio a carcajadas. Amo como la profundidad de mi voz hace eco en el silencioso bosque.

Él gruñe y se agazapa para atacarme.

—Anda, ven —lo aliento con las manos poniéndome en posición defensiva—, veamos que puedes hacer.

Movido por el desafío, se abalanza con un gran salto directo hacia mí, pero me hago a un lado con rapidez y le doy un puñetazo en las costillas mientras está en el aire, lo que lo hace caer a unos metros de donde me encuentro. Él se recompone casi de inmediato embeste nuevamente, esta vez flexiono un poco las rodillas y me preparo para recibir su ataque. Intenta morderme, pero lo detengo agarrando su hocico abierto con ambas manos; su fuerza es descomunal, sin embargo, no se compara con la mía. Doy un paso atrás para afirmarme y realizar mi siguiente movimiento.

—¡Ja, ja, ja! Muy bien sarnoso —fuerzo mi agarre y lo hago girar hasta que queda de espaldas sobre el terreno—. Es hora de terminar con esto —anuncio entre risas.

Entierro mis garras en su hocico para mantenerlo cerrado y posiciono mi pie sobre su garganta presionándola suavemente. Él se retuerce y emite un lastimero chillido, podría darle fin, enseñarle una lección y romper su tráquea, pero me contengo al recordar que acabo de delatar mi existencia y arruinar mi paz.

—Su p**a m****a —grito y quito mi pie de su cuello para propinarle una patada justo sobre su ojo izquierdo. Es tal el vigor que aplico que puedo escuchar sus huesos romperse.

Me aparto mientras lo observo retorcerse de dolor entre bramidos y gruñidos.

—Con eso tienes suficiente.

Una vez que se recupera, se me queda viendo con su ojo sano, echado sobre su vientre; tiene un extraño brillo en su pupila, una mezcla arrepentimiento, tristeza y enojo.

—Pero ¿Qué diablos?

No puedo descifrar sus intenciones, pero estoy segura de que no pretende continuar con la pelea, de ser así ya me hubiera atacado una vez más.  

Por alguna estúpida razón quiero acercarme, una extraña sensación me empuja a cerciorar su estado. Doy un paso hacia él y me detengo al escuchar los aullidos que cada vez se hacen más cercanos. “Debo irme ya”. La p**a manada está llegando y aunque puedo enfrentarlos no saldría ilesa.

—Tus amigos ya vienen —giro sobre mis pies en dirección contrataría a mi hogar, debo buscar otro camino—. Nos vemos, pulgoso.

Me echo a correr tan veloz como mis piernas me lo permiten hasta llegar a aquel punto cerca de la dichosa casa de comida rápida donde me separé de mi madre en mi primera noche en esta endemoniada ciudad, cambio a mi yo “normal” y me mezclo entre los transeúntes rumbo a mi destino.

—Nicky —mi madre se asusta apenas aparezco al pie de la escalera— ¿Qué ocurrió?

Baja los peldaños con rapidez, permanezco con cabeza gacha a sabiendas del regaño que se vendrá. Ella observa mis ropas sucias y rasgadas por la pelea, se inclina e inhala varias veces para reconocer el aroma lobuno que me impregna.

—No de nuevo —su voz cambia de dulce a agresiva—. Ve a darte una ducha —se hace un lado dándome paso—, hablaremos después.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo