Uno de los compañeros de Collins le hizo el favor de irnos a recoger al aeropuerto en su propio auto, cosa que agilizo más nuestra llegada.
Las manos me tiemblan y la angustia que siento por no saber como reaccionará al verme, me tiene nerviosa.
Bajamos del auto después que el chico se estaciona frente a nuestra fraternidad y luego le entrega las llaves del auto a Collins.
—Te lo devuelvo sano y salvo —le dice, para después retirarse.
Con la prisa que traía es para que ya me hubiese bajado del vehículo y hubiera ida corriendo a buscar a chico que amo, pero es tanto el miedo a ser rechazada que tengo, que mis piernas no son capaces de moverse cuando mi cerebro le da la orden