—Shhh... Ya eso lo sé, Lluvia —coloca su dedo indice sobre mis labios para silenciar mis excusas—. Ya me quedaron claros los motivos por los cuales lo hiciste —agrega y yo asiento.
El tono en su voz es tranquilo, sus ojos me brindan una mirada apacible y a pesar de que todo en el grite calma, algo muy en el fondo de mi corazón, me grita que es todo lo contrario.
Tomo su mano con delicadeza y la aparto de mi boca, por más que el me diga que todo está bien y no pasa nada, siento que aún le debo muchas explicaciones.
—Pero la última vez que hablamos me dejaste muy en claro lo dolido que estabas —re