Unos días después
New York
Lance
Los últimos días me he esforzado por conocerla un poco más. Le pregunto cosas simples: si le gusta el café fuerte o suave, qué música escucha cuando nadie la ve, si prefiere el invierno o el verano. Pero Karina es escurridiza. Siempre encuentra la manera de volver al terreno profesional, como si cualquier cosa personal fuera una línea que no piensa cruzar. Me intriga. Me desespera un poco también. Pero, sobre todo, me gusta.
Esta mañana llego temprano. Recorro el pasillo con una taza de café en la mano y una sonrisa que se me escapa antes de llegar a su escritorio. Ella está concentrada, tipeando algo, con esa expresión seria que tanto me cuesta romper.
—Buenos días, hermosa —le digo, inclinándome apenas sobre su escritorio, con la voz baja pero cargada de intención.
Karina levanta la vista y sus ojos se agrandan apenas. Susurra rápido, casi sin mover los labios:
—¡No debes llamarme así! Alguien puede escucharte…
Sonrío. Me encanta cuando intenta poner