CAPÍTULO 9. MÁS PIEDRAS EN EL CAMINO

Marino se indignó ante el papel de víctima que ella quería representar y no pudo evitar reclamarle.

—¿Te parece que el maldito soy yo? ¿Cómo te puedo llamar a ti que a sabiendas de que había herramientas para recoger la boñiga, permitiste que lo hiciera con la mano? Claro porque buscabas que la tarea me resultara más desagradable de lo que es, para que renunciara a hacerlo. Pues recuerda esto india, cada vez que me hagas una, te la voy a devolver con creces, así que ve bien la barrabasada que quieras hacerme, porque siempre buscaré la manera de cobrártela doble.

Marino, de inmediato escaló por la pared del hueco hasta salir de allí, Karina aún permanecía dentro molesta; se sintió tentado en dejarla en ese lugar y que ella resolviera, pero de inmediato se arrepintió, pues una imagen de un par de pequeñas l

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