CAPÍTULO 62. EPÍLOGO

Tres meses después

   

    

Karina aunque tenía personas de servicio que la ayudaban a limpiar tres veces por semana, ese día ella había amanecido afanada limpiando. Tomó un pañito, lo humedeció con un desinfectante y comenzó a limpiar todas las superficies de la cocina, incluyendo los gabinetes. Como no alcanzaba, buscó un banquito, lo rodó y se subió en la encimera y empezó a limpiar, lo hacía con esmero, apretaba sus labios y ejercía un poco de fuerza para sacarle brillos al objeto.

Marino había dejado unos documentos, cuando casi iba llegando a la oficina se regresó por ellos, entró a la casa y se dirigió a la habitación pensando que su linda esposa estaría descansando, pero no era así, se había levantado, supuso que estaría en

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