Aunque en realidad ella estaba acostumbrada al dinero,
durante su infancia, antes de las tragedias, que destrozaron a su familia,
habían vivido lujosamente en una casa rodeada de un precioso jardín incluso
ahora su sueldo era más alto que el de la mayoría de la gente, aunque ella era
ahorrativa, y prefería no hacer gastos de más.
Pero aquello no se parecía a nada lo que alguna vez ella
había visto, poco después la limusina atravesaba en la verja de hierro
forjado que separaba a los habitantes del palacio del resto de la población
enorme estatuas de soldados blandiendo espadas parecían vigilar las puertas,
como reforzando la exclusiva del sitio.
- ¿No hay fosos?.- Bromeó Constanza
- No, los cocodrilo nunca podían distinguir a los intrusos
de los residentes, de modo que era muy mal para el sistema de seguridad, ahora
solo tenemos una alarma como todo el mundo.- Su inesperada broma la hizo
sonreír.
- ¿Entonces tampoco queman a los invasores con aceite
hirviendo?
- El aceite solo se usa en la cocina y de oliva por cierto.-
Siguió bromeando Enrique y cuando sonrió Constanza vio un hoyito en su mejilla.
¿Porque no seguía siendo frío y distante? Era más fácil
verlo como la oposición cuando se mostraba antipático
Unos segundos después, se detenían frente a una puerta,
claveteada guardada por dos soldados de uniforme que se parecía mucho a las
estatuas
- Después de hacerme las pruebas, iremos a cenas con mis
padres para presentartelos
- ¿Tienes que presentarmelos?
- Aparte de ser una invitada eres la madre de mi hijo, y mis
padres serán los abuelos de ese niño
Abuelos, incluso le podría dar un abuelo y una abuela
mientras ella no sabía dónde estaba su padre y su madre era una mujer amargada
que bebía para olvidar mientras lanzaba diatribas contra la vida y los hombre
en general Constanza nunca obligaría a su hijo a soportar eso, de hecho ella lo
soportaba solo cuando no le quedaba más remedio.
- Esto es demasiado complicado.- murmurar enterrando las
manos en la cara, saber que iba a tener un hijo había sido un cambio tremendo
en su vida pero añadir todo aquella era imposible
- Mis padres tienen derecho de disfrutar de su nieto, como
yo también tengo derecho a disfrutar de mi hijo, igual que tú Constanza, y no
pienso que le niegues esa posibilidad a mi familia.
Ella levantó la mirada con rabia.
- Por real decreto ¿No? ¿Es ahora cuando sale a relucir la
mazmorra?
- ¿Se puede saber que te pasa con las mazmorras? ¿Es un
fetiche o algo parecido? En Turan nunca ha habido mazmorras
- Me preocupa acabar en las noticias: "Joven
norteamericana cautiva de principe medieval"
Constanza no apartaba las manos de su cara al ver que se
había puesto colorada, como si ella vaya a dejar que un hombre se la atase para
hacer lo que quiera
Curiosamente imaginar a Enrique como ese hombre le hizo
sentir un cosquilleo extraño en su estómago totalmente sorprendida por la
dirección de sus pensamientos abrió la puerta del coche sin esperar que lo
hiciera algunos de sus guardias, Enrique llegó a su lado en dos zancadas
- ¿Que te pasa?
Constanza siguio a delante intentando no dejarse afectar por
si presencia y sus comentarios, pero cuando Enrique tiró de su mano, su corazón
empezó a latir con tal fuerza, que estaba segura que podía oírlo. Estando tan
cerca podía notar el calor de su cuerpo respirar el aroma de su perfume
masculino que era cien por ciento hombre, cien por ciento Enrique.
- No sabía que una mujer de mundo como tú pudiera
avergonzarse por algo tan simple, pero te has ruborizado "cara"
- Deja de usar esos términos cariñosos no me gustan
- ¿Ah no?.- Enrique inclinó la cabeza y ella se se le
encogió el estomago. Por un momento había pensado que la iba a besar, .- Ah las
mayorías de las mujeres le parece sexy
- Yo no soy como las mayorías de las mujeres.
- No, ya lose
Constanza no sabía si lo había dicho como un cumplido o no,
pero ella decidió tomárselo así, aunque sus palabras no deberían tener el poder
de halagar o hacerle daño. No deberían afectarla en absoluto, lo único que
había entre ellos era el niño, y si no ubiera sido por el error de la clínica
no se hubieran conocido nunca. Se movían en esferas completamente diferente, y Enrique
no la hubiera mirado si no fuera por el embarazo. Y era importante recordar
eso.
- ¿Cuando irás al médico?.- Pregunto Constanza tratando de
distraerlo
- Vendrá en cuanto la llamé, es mujer por sierto
- ¿Y cuando la llamaras?
- Ahora mismo, si te parece
Constanza asintió su cabeza, intentando disimular su
nerviosismo.
- Si, porfavor
Media hora después Constanza seguía a Enrique y a la guapísima
doctora a su despacho cuando dijo que tenía un médico personal había pensado
que era hombre, no una mujer rubia, alta y es esbelta como una modelo.
No debía sorprenderle claro, Enrique era un hombre muy
atractivo rico y poderoso, probablemente debería quitárselas de encima con un
escobazos
Pero eso era cosa suya, Enrique podía salir con quién
quisiera, incluyendo a la guapa doctora porque ella no tenía intensión de tener
una relación íntima, no iba a sacrificar su independencia por un par de horas
de placer
Entonces ¿Porque se le encogió el estomago mientras la guapa
doctora tocaba el brazo de Enrique? La rubia levantó la manga de su camisa para
pasar un algodón sobre su piel, y los movimientos le parecieron tan lentos, más
sensuales que lo que debería.
- Solo necesitamos un poco de sangre .- Murmuró la doctora
Constanza tuvo que apartar la mirada, le daba cierta
angustia ver sangre, y estando embarazada aún más, se sentía frágil y lo último
que quería era hacer algo tan ridículo como desmayarse.
- Bueno, ya está.- Anuncio la doctora, volviendo a bajar la
manga de su camisa.- En cinco días, tendremos los resultados de la prueba, si
necesita algo más solo llámeme ha sabe que siempre estoy disponible.- Añadió
apretando el brazo de Enrique
Constanza no dejaba de preguntarse para que estaba siempre
disponible la doctora.
Cinco días, en cinco días sabrían si había alguna
posibilidad si su hijo podría estar afectado con esa terrible enfermedad.
Su hijo, de los dos, le parecía tan irreal que aquel extraño
fuera el padre de su hijo, al menos si su hijo fuera producto de algún revolcón
se conocerían de algo, pero no sabían nada del uno y del otro, nisiquera
compartían la atracción física que compartían las mayorías de las relaciones
que esperan hijos.
>>>Mentirosa<<<
Muy bien, si, se sentía atraída por el, se había sentido atraída
por otros hombres pero nunca así.
- ¿Hay algún hotel que puedas recomendarme?
- ¿Porque necesitas un hotel?.- Pregunto el
- No me apetece dormir en la calle, nunca me gustó acampar
- Siempre tienes una réplica.- Enrique sonrió
Enrique miró su boca, con un brillo de interés en sus ojos
oscuros, y sin darse cuenta Constanza se pasó la punta de la lengua por sus
labios, se sentía atraído por ella estaba segura, y pensar en eso se sintió
mareada.
Pero tan repentinamente como había aparecido, el brillo de
interés desapareció, tal vez lo había, imaginado pensó. Ella no era fea, en
absoluto y lo sabía, aunque tampoco era una mujer despampanante. La esposa de Enrique
en cambio había hecho que una supermodelo pareciera una chica normal, sus
facciones eran hermosas, su pelo largo y listo siempre estiloso y elegante. Su
esbelta figura perfecta para los vestidos de ensueño.
Constanza podía ser guapa pero pero no tenía el atractivo
universal que poseía Javiera Rossi de modo que era absurdo pensar en que Enrique
podría estar interesado en ella.
- Te alojaras en el palacio.- dijo el
- No hace falta puedo quedarme en un hotel
- No lo dudó pero estas embarazada de mi hijo, y no quiero
que estés sola en un hotel
- ¿No hay buenos hoteles en Turan?
- Hay muy buenos hoteles en mi país, pero eso no significa
que yo vaya a permitir....
- ¿Que vayas a permitir? .- Lo interrumpió ella.- Tu no
tienes autoridad para obligarme a hacer nada
- Estás embarazada de mi hijo y yo diría que eso me da
cierta autoridad
- ¿Que autoridad?.- Enrique dejó escapar un suspiro
- Constanza vas a tener un hijo mío, y creo que eso me da
derecho a saber dónde estás.- Ella se quedó boca abierta
- No tienes ninguna autoridad sobre mi, eso es lo más
primitivo que he escuchado en toda mi vida
- Solo quiero saber que están bien el niño y tú ¿Que tiene
de malo eso?
- ¿Aparte que tu no tienes derecho de controlar
absolutamente nada, de lo que yo haga?
- No quiero controlarte, quiero protegerte, estás embarazada
de mi hijo de modo que eres....MI mujer.- Replicó exasperado
- ¿Tu mujer?.- Repitió Constanza.- Yo no soy la mujer de
nadie, y aunque lo fuera, aunque ubieramos concebido a este niño de manera
tradicional, no sería tu mujer, soy mas capas de controlar mi vida por mí misma
llevo muchos años haciéndolo.
- Si, ya lo sé ¿Como te va por cierto?
- Imagino que al igual que a ti.- Enrique suspiro
- ¿Porque quieres pelear conmigo Constanza? Si la prensa
descubre quién eres no te dejarán en paz, ¿Y qué pasaría si te siguieran los
paparazzi? No tienes idea de lo insoportable que pueden ser.- en sus ojos podía
ver un brillo de emoción que lo sorprendió pero así derrepente el brillo
desapareció de nuevo
- ¿Y crees que eso podría pasar?
- Ya viste a los fotógrafos en el aeropuerto, aquí en Turan
puede ser peor
Constanza no había tenido eso en consideración, no había
pensado que ella podría interesarle a la prensa
- Si, bueno...tal vez tengas razón.- Tuvo que admitir
- Muy bien, te acompañaré a tu habitación
Poniendo una mano en su espalda, Enrique la llevó por un
largo pasillo, el roce parecía provocar un incendio, desde donde la tocaba
hasta la raíz de su pelo, y Constanza tuvo que apartarse un poco para poder
respirar.
El ala del palacio, en la que estaban tenía una estética
Moderna, y luminosa similar a su casa en Seattle.
Enrique la tomo de la cintura mientras subía las escaleras,
y el gesto le pareció extremadamente íntimo. Pero estaba esperando un hijo
suyo, no podía negar la conexión que habían entre ellos, y tampoco podía negar
que el calor de sus manos la afectaba. Si era sincera consigo misma desearía
que subiera la mano un poco más, que acariciase su piel desnuda sus pechos .. .
Constanza carraspeo intentando romper el hechizo al que se
creía envuelta, el rostro de Enrique estaba a unos centímetros suyo, y se quedó
sorprendida por la perfección de sus facciones. Y sin darse cuenta, se encontró
acercándose un poco más como por un instinto que no podía controlar
Cuando sus labios se encontraron, Constanza abrió los suyos,
no era un beso exigente o particularmente apasionado si no más bien una
seducción lenta, nunca la habían besado así, con esa sensualidad.
El roce de su lengua parecía llegar hasta el centro de su
ser, y unos músculos que no había notado antes, se contrajeron, como
anticipando algo mucho más íntimo
Cuando se apartó Constanza trago saliva, tan alterada que no
sabía que decir
- Enrique...- Susurro frotándose los labios y notandolos
hinchados, el sonrió
- Me gusta que me llames así
El hechizo del beso comenzaba a desaparecer y derrepente Constanza
se sintió avergonzada pero Enrique puso una mano en su estómago
- Este que llevas a dentro es mi hijo, nuestro hijo.- Al
decirlo su acento se pronunció más con su voz ronca.- Y la atracción que hay
entre nosotros es muy conveniente
- ¿Conveniente?.- Repitió ella
- Por supuesto ¿Como no va a ser conveniente que desee a mi
futura esposa?