Las semanas han pasado y veo con cierto gozo la manera en la que mi primo se ha enamorado y ha luchado por la mujer que ama.

No dejo de preguntarme, ¿me tocará luchar por mi mujer de esa manera? ¿Tendré que enfrentarme a mi padre por aquella mujer misteriosa?

Remuevo un poco mis pensamientos y vuelvo a la realidad.

Una linda señorita me toma las medidas para hacerme el traje de padrino sólo una semana antes de la boda, porque mi primo no nos dejó tiempo para más. Cavalcanti Moda está en medio de una colección para el verano y hacer un espacio para nuestros trajes fue una tarea titánica, pero jamás imposible.

—Pareces un pingüino —me dice Cian burlándose de mí.

—Y tú un hermoso cisne de cuello negro —me mira molesto—, pero que fue trágicamente atropellado.

—¡Eres un idiota, Agustín!

—¡Ya basta los dos! —grita mi padre—. Saben muy bien que no les permito tratarse así, son hermanos, nacieron de mis… ya saben.

—En la práctica nacimos del útero de mamá, pero te entendemos —le dice Cian con