Cap. 5 Su plan.

Me siento terrible como la peor de las mujeres, alisto a mi hijo para llevarlo al colegio. El sentimiento de culpa no me deja, paso al supermercado a comprar las cosas que necesito para la cena de Carlo.

Al llegar a casa, hago rápido mis labores y adelanto lo que tengo indicado hacerle para la cena. Voy por mi hijo al colegio y le pido a Sofía que cuide de mi hijo, que saldré un momento.

No puedo dejar así las cosas, no puedo permitir que Carlo, piense que no confió en él, que se sienta mal por mi culpa, que crea que no lo quiero y, aunque esto último ni yo lo sé, soy consciente que no puedo echar a la borda mi matrimonio por un juego que tengo con alguien que en realidad ni conozco.

Tengo que enfocarme en mi familia, ellos son más importantes que todo. No volverá a hablar con Rohan, no puedo seguir con eso o terminaré lastimando a mi familia. Carlo no es el hombre más tierno o apasionado, pero nunca me ha fallado. Siempre ha visto por mí, cuida de nosotros, no puedo seguir fallándole de esta manera.

Me arreglo un poco, no suelo hacerlo seguido, ni soy de ser una mujer tan sofisticada para vestir, pero esta vez elijo lo mejor que tengo. Quiero sorprender a Carlo, iré a la oficina y firmaré lo que él me pidió, le demostraré que confío en él y que lo quiero. De esta forma se lo demostraré y me lo demostraré a mí misma, que es a Carlo, a quien debo a amar y respetar. Él debe estar por encima de todo.

No les negaré que en el fondo mi corazón duele, por esta decisión que acabo de tomar y más al recordar la llamada de Rohan, pero sé que esto es lo que tengo que hacer, es lo mejor para todos.

Me miro al espejo y creo que me veo bien, no es nada del otro mundo, apenas una falda holgada y larga color vino, una blusa de manga larga color blanco con puntos al tono de la falda y unas zapatillas a juego. Suelto mi cabello, con las labores de la casa siempre suelo atarlo y rara vez lo dejo suelto, pero esta vez creo que es necesario. 

Conduzco hasta la empresa de mi padre, hace tanto que no vengo que los nervios me invaden. Al ingresar, siento como si estuviera en otro lugar, hay un ambiente un tanto frío, aunque creo que más bien soy yo quien lo siente así.

Aunque mi padre nunca fue un padre amoroso, el venir a visitarlo siempre era reconfortante para mí. Tal vez sea su recuerdo y el extrañarlo lo que me hacen sentir así.

La mayoría de los empleados son nuevos, no reconozco a ninguno, recibo algunas miradas extrañas, pero nada más. Me voy directo a la oficina que era de mi padre y la cual ahora es ocupada por Carlo.

Al llegar al lugar de su asistente no hay nadie para anunciarme, seguro anda en alguna labor que Carlo, le indicó y creo que así es mejor. Será una gran sorpresa para Carlo al verme entrar. Me emociono un poco, nunca he sido de darle este tipo de sorpresas, tiene su carácter y no sé cómo lo tome, aunque estoy segura de que al escucharme y decirle que confió plenamente en él, le agradará mucho y se pondrá feliz.

Me acerco a la puerta y cuando estoy por abrirla escucho voces y risas, me detengo porque lo que dicen me deja helada. Me quedo pegada escuchando, mi cuerpo se queda pegado, no se mueve. No puedo creer lo que estoy escuchando y menos puedo creer que esté viviendo una de esas escenas de telenovela que ve Sofía mientras hace sus labores, de las que se me hacían tan absurdas y patéticas, pero que ahora parece se han salido de la pantalla para demostrarme que la absurda y patética soy yo, que la vida es aún peor de lo que la ficción nos puede mostrar.

—¿Y qué harás si la estúpida esa no firma?

—No lo sé, pensé que con hacerle el favor de meterme en su cama sería suficiente, pero no fue así. Creo que quiere más, la momia esa ha de querer que la llene de atenciones una semana completa.

—No, Carlo, eso no. Busca la forma de que firme, pero no vuelvas a su cama. Eso me hace morir de celos, no soporto la idea de que tengas que acostarte con ella.

—Briana, cariño, te he dicho hasta el cansancio que no tienes por qué sentir celos y menos de esa momia —se acerca a ella, le acaricia el rostro y luego la abraza —. Ella no me inspira nada, ni sé cómo fue que pude rendir. Estar con ella es como estar con un témpano de hielo, es tan fría y rígida. Deberían premiarme cada vez que hago ese sacrificio, canonizarme por el milagro que hago al hacer que mi amigo logre una erección ante una mujer tan insípida y patética.

Escuchar todo lo que él dice me tiene horrorizada, más la forma en como es con ella, es atento, cariñoso. Algo que jamás ha sido conmigo.

—Aun así, te acuestas con ella y eso no lo soporto. No veo la hora en que nos deshagamos de ella, ya no quiero tener que dejarte ir todas las noches a su lado, así sea solo para dormir, no lo soporto.

—Briana, lo hemos hablado mil veces, aún no se puede. Primero tengo que hacer que firme esos documentos para que yo pueda ir teniendo poder sobre la empresa. ¿Tú crees que para mí es fácil? Llevo años teniéndome que acostarme con una mujer que me repugna, solo para lograr nuestro objetivo, pero cariño, estamos cerca, muy cerca. Una vez que ella firme, será cuestión de nada para que podamos eliminarla y yo sea el dueño y señor de todo.

Ese maldito me ha engañado siempre, todo lo ha hecho por adueñarse de la empresa de mi padre. Pero no se lo voy a permitir y mucho menos se lo pondré fácil.

Limpio el par de lágrimas que han bajado por mis mejillas y salgo de ahí como llegue sigilosa y silenciosamente. No quiero que él sepa que estuve aquí, no quiero que se entere de que escuché su plan.

Ahora, Carlo Greco, me vas a conocer, te voy a hacer pagar por todo lo que me has hecho, por todos estos años en que he sido tu burla, por tu engaño, tus mentiras y por tu forma de tratarme todo este tiempo. ¡Maldita sea! ¿Cómo es que no me di cuenta? ¿Cómo pude ser tan estúpida? Tan patética al creer que un hombre como él podría amarme.

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