Subo al auto y conduzco sin rumbo, solo quiero alejarme de ahí. Voy a toda prisa hasta que las lágrimas nublan mi vista y me detengo para poder gritar y soltar el dolor y la rabia que me están consumiendo.

—¿Cómo pudo? ¿Por qué? ¿Acaso todo fue mentira? ¿De veras he sido tan estúpida? —Esas y mil preguntas más suelto con rabia y dolor. Grito, aunque la gente que va pasando me mire como si estuviera loca, y si lo estoy, estoy volviéndome loca ante el dolor que la traición de él me está causando.

Me reprochó por haber sido una cobarde como siempre, debí enfrentarlo, decirle que es una basura y acabar con él ahí mismo, pero esta maldita cobardía, esta forma tan patética de ser, me dejó plasmada y solo pude salir corriendo como si la que hubiera fallado fuera yo.

Limpio mis lágrimas y trato de calmarme, de pensar con claridad lo que voy a hacer. Al final terminé riendo y aquí es donde creo que tal vez sí me volví loca. Pero es que tal vez esté pagando lo que hice. ¿Será el pago a mi pecado? ¿Esto es por lo que he hecho con Rohan?

Sé que no estoy libre de pecado, que yo también lo he engañado, que he hecho cosas con Rohan, pero en realidad no es eso lo que me duele, no es el que estuviera con otra, sino lo que dijo, el engaño del que he sido objeto todos estos años. El que nunca me hubiera dado cuenta o no quería verlo, porque al recordar toda nuestra relación, las señales estaban ahí claras, todo el tiempo lo estuvieron.

¿Recuerdan cuando les conté de mi graduación? Él fue atento y me dio obsequios, pero nada más, fui yo la tonta que se ilusionó, la que pensó que un hombre tan guapo y elegante podría fijarse en una niña tonta e insignificante como yo.

Él no me buscó después de ese día, no. Fui yo la que fui a buscar un encuentro con él visitando a mi padre; fui yo la que creyó que su amabilidad era algo más.

No puedo dejar de pensar que lo único que hizo fue hacerme un favor, tal vez por mi padre. ¿Será que se apiadó de mí y por eso se casó conmigo? No puedo con esto, no quiero seguir pensando. Tengo que calmarme y pensar qué voy a hacer, porque es claro que lo que busca es apoderarse de la empresa de mi papá; es lo único que quiere de mí.

Me voy a casa, me siento como un zombi. En cuanto entro, mi hijo corre a mis brazos y dice que me extrañaba. Esto es un golpe más, mi hijo. Si hago algo, él me quitará a mi hijo. Tengo que pensar qué hacer porque ese sería su primer golpe.

—Mamita, ¿estuviste llorando? Tus ojos están muy rojos —mi pequeño pregunta con inocencia.

—No, cariño, es que me dio un poco de alergia, pero ahorita tomo una pastilla y se me quita tranquilo — Lo abrazo con fuerza —. ¿Ya comiste?

—Sí, mami, Sofía, me preparo el pollo que tanto me gusta.

—Bien entonces ve por tus cosas que ay va a ser la hora de tus clases de artes —Pone su carita de tristeza, sé que odia esa clase que es muy pequeño para vivir saturado de tanto, pero Carlo, es tan exigente que quiere que sea perfecto en todo —No pongas esa carita sé que no te gusta, pero es por tu bien, ya verás que cuando seas grande y seas todo un chico culto lo agradecerás.

—Es que es tan aburrido y no me gusta, por favor, dile a papá que me cambie mejor a deportes, yo quiero jugar fútbol —Me parte el alma tener que enviarlo a un lugar que no le gusta y privarle de su mayor deseo.

—Te prometo que haré lo posible porque todo esto cambie y que cumplirás tu sueño.

—¿De verdad, mami? —pregunta con alegría e ilusión.

—Sí, amor, te lo juro, te juro que las cosas van a cambiar y que podrás jugar todo lo que quieras.

—Eres a mejor, por eso te amo tanto, eres la mejor mamá del mundo —Me llena de besos y abrazos —Iré a alistarme y te prometo portarme bien y hacer todo lo que el profesor me dijo para que papá no se enoje y me deje juzgar fut —Sin más, sale corriendo, lleno de alegría e ilusión.

Y le cumpliré la promesa, juro que todo esto va a cambiar, mi hijo merece ser feliz y no pienso seguir bajo el yugo de Carlo, bajo sus exigencias, buscando la perfección cuando el que carece de eso es él. Tengo que poner un límite a todo esto, sobre todo para mi hijo.

Mi nana siempre dijo que nunca hay que escupir para arriba porque esa misma saliva es la que te cae en la cara y sí, yo siempre critiqué a todas esas mujeres que no hacen un escándalo y no corren a su marido el día que lo descubren con otra o que las engaña, que hicieran como si nada hubiera pasado, se me hacía tan absurdo que guardaran silencio y siguieran su vida. Ahora soy yo la que guardará silencio, la que hará como si nada hubiera pasado por el bien de mi hijo. Y, porqué antes de hacer algo tengo que averiguar, ¿cuál es en realidad su plan?, ¿Quién es esa mujer? Y ver la manera de que pague por todo. Tal vez esa también fue la razón de todas esas mujeres se quedaron, tal vez es por eso por lo que siguen atrapadas en matrimonios sin amor, sabiendo que sus esposos viven una doble vida y aguantan por sus hijos o por planear su venganza.