Alejandra
Permanezco con la mirada perdida al frente, estoy sola en el auto, Aaron dijo que se llevaría a Jonathan con él unos minutos para hablar o algo así, no me negué, en parte quería estar sola, necesitaba unos segundos para recomponerme, las ganas de llorar eran tantas, juro que hasta me duele la cabeza por el esfuerzo de intentar contener las lágrimas, pero ahora que se fueron no queda más que un vacío extraño en mi pecho, una sensación de ser pequeña, muy pequeñita en un mundo de gigantes.
Desde que me case con Aaron, perdí el cobijo de protección que mis padres me brindaban, entre al mundo empresarial sintiéndome sumamente expuesta y débil, tenía un marido que me brindaba una sensación de seguridad nula, lo sentía más como una amenaza que como una ayuda, alguien más de quien debía cuidarme la espalda, fue difícil abrirme camino, crear la reputación que me forje, al ser mujer había tantos estereotipos ridículos, pero me enfrente a todos y gané, pero esta vez... fue una batal