Capítulo 51. ¡Esposos de mentira, con derecho a roce!
Al entrar en la habitación, Lizbeth se quedó mirando a Sebastián. Ninguno de los dos dijo nada; simplemente se perdieron en la mirada del otro por unos segundos. Él la observaba con deseo de poseerla. No podía sacar de su mente su primer encuentro y ansiaba revivir esas sensaciones tan agradables. Sin embargo, a causa de los conflictos familiares, se había perdido esa oportunidad.
Sebastián pensó en ella como "mi amiga con derechos", creyendo que podía romper la distancia y tomarla a su antojo. Mientras tanto, Lizbeth sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la lujuria en sus ojos, lo cual la estremeció por completo. A pesar de eso, se recordó a sí misma que debía mantenerse firme y no caer en el encanto seductor de Sebastián.
Cuando intentó aferrarse a su cintura de manera posesiva, ella lo detuvo poniendo una mano en su pecho.
— Dime, Sebastián, ¿tendremos que vivir bajo la vigilancia de esa arpía ahora? ¿Por qué esa niña presumida no tiene su propia casa? —le recriminó cruz