Capítulo 31. No te enamores.

—Justo, iba a buscarte— le dijo Sebastián a Marcela y ella sonrió coquetamente, con sus pechos casi al límite. Usaba escotes más pequeños que sus senos a propósito.

—¿En qué puedo ayudarte?— inquirió coqueta.

—En nada. Te haré dos advertencias—, Sebastián alzó un dedo. —Si continúas sofocándome, te voy a despedir. Ya no serás reportera de esta cadena televisiva—, levantó el segundo dedo. —Y si vuelves a tocar así sea un pelo de mi esposa, conocerás ese lado oscuro de mí que nunca viste. Entonces tendrás motivos suficientes para tratarme como un desquiciado.

Marcela se quedó con la boca abierta, mientras él pasaba por su lado. Cuando ella fue capaz de reaccionar, le gritó histéricamente:

—¡Aún no me conoces, Sebastián. Te arrepentirás; ya lo verás!

—No olvides que soy tu jefe. Tienes estrictamente prohibido tratarme con confianza, y solo podrás entrar a mi oficina cuando yo lo autorice— le dijo Sebastián, sin haberse girado. Estaba marcando los límites profesionales que nunca había
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App