Emily y Gabriela entraron en la casa y la niña se puso muy contenta. Entró dando saltitos y subió a su habitación. Emily se sentó en el sofá y respiró hondo, liberándose de la tensión del día. La reunión no había estado tan mal... pero aún desconfiaba un poco de Gaspar.
- Mira, mamá, ¡mira! - Gabriela volvió corriendo del dormitorio.
- ¿Qué pasa, mi amor?
Gabriela le entregó una hoja de papel. Emily se quedó quieta, mirando el dibujo de su hija. Había dos muñecas más grandes y una más pequeña, cogidas de la mano.
- ¡Esa soy yo, esa eres tú y ese es papá! - dijo señalando. - ¿Qué te parece?
- Es precioso, hija mía.
- Se lo voy a regalar a papá cuando venga a verme otra vez - dijo emocionada.
- Seguro que le encantará.
Gabriela sonrió y abrazó a su madre con fuerza.
- Gracias, mamá.
- ¿Por qué?
- Por encontrar a mi padre.
- ¿Qué te ha parecido?
- Es guapísimo. ¿No lo es?
- ¿Sólo pensaste que era guapo?
- Y cariñoso, elegante y de dulce aroma.
Emily se rió de la forma tan emocionada que