— Ciertamente. Si el señor Caballero no hubiera llegado a tiempo, me habrían convertido en la adúltera de la señora Ferrero. En estos tiempos, la calumnia no tiene consecuencias, solo se necesita una lengua — Silvia miró a Roberta con indiferencia. Madre e hija parecían no tener nada mejor que hacer que conspirar contra ella, difamando su reputación sin descanso. Había aprendido mucho.
Daniel se acercó, su alta figura se colocó junto a Silvia. El suave aroma a cedro que emanaba de él la relajó. Luego, su voz grave y magnética resonó a su lado: — Si no recuerdo mal, la pareja de su hijo regresó, y luego él le pidió el divorcio a Sisi. Sisi, por su bondad, aceptó el divorcio para que él pudiera estar con su antiguo amor.
Silvia giró la cabeza sorprendida, pero rápidamente recuperó la compostura. Daniel era una persona influyente, capaz de obtener información fácilmente. Cuando le pidió ayuda para tratar a Vivian, ya debía haber investigado su pasado. No era extraño que supiera