La noticia de la aparición del señor Caballero en la Universidad Santa Mónica, y su inesperada amistad con la profesora Silvia, se convirtió en el tema principal de conversación entre los estudiantes. El rumor de que había intervenido personalmente para limpiar el nombre de Silvia se propagó como la pólvora. Muchos se preguntaban si su intervención tan directa se debía a una simple amistad. ¿Acaso un hombre de su calibre, con su apretada agenda, se involucraría en un asunto así sin una razón más profunda? Un simple asistente podría haber bastado. La conclusión era inevitable: la relación entre Silvia y Daniel era algo más que una amistad casual. Las imágenes de ambos caminando juntos, compartiendo una atmósfera serena y tranquila, alimentaron aún más las especulaciones. Su belleza y elegancia combinadas eran sencillamente impresionantes, y la idea de sus posibles hijos, heredando sus genes excepcionales, desató la imaginación de muchos.
El foro universitario, antes inundado de comentar