Después de que el Hipódromo de la Colina Oeste abrió, envió invitaciones a muchas familias prominentes para que disfrutaran del trato de más alto nivel.
Marcos también recibió una, pero cuando quiso dársela, ella la rechazó.
—Ve tú, no tengo muchas ganas de ir —Silvia aún recordaba la última vez que Vivian la llevó a la montaña, que resultó ser algo organizado por Daniel.
Vivian tiró de su manga actuando como niña mimada.
—Silvia, ven conmigo, por favor. Lo de la última vez Daniel me pidió que lo hiciera, esta vez él no sabe nada, ¡puedes estar tranquila!
En el Hipódromo de la Colina Oeste, Silvia y Vivian llegaron al vestuario del hipódromo para cambiarse la ropa de equitación.
Silvia llevaba un traje de equitación muy común, azul arriba y blanco abajo, con un corte entallado que resaltaba su buena figura.
Vivian se veía especialmente elegante. Su traje de equitación era hecho a medida, con una fusta a juego.
El personal ya había llevado las sillas de montar exclusivas para colocarlas