Thane
—Sí, hicimos lo que nos ordenó, señor —me avisó uno de mis subordinados—. El niño está con su familia desde hace unas horas.
—Bien, pero no dejen de vigilarlos. Esto todavía no se termina —le advertí.
—De acuerdo, señor.
El hombre se dio media vuelta y se marchó de mi habitación de hotel. Según los médicos, todavía debería estar en el hospital por las complicaciones de mis heridas; pero sabía que, si regresaba, solo moriría de la manera más espantosa. Necesitaba saber sobre Ekaterina. Durante todos estos días, el odio y la rabia que sentía se fueron transformando en desesperación. La necesitaba más de lo que habría necesitado a nadie en toda mi vida, y eso incluía a Lyra. Sin ella había podido sobrevivir durante los años en que estuvimos separados, y había soportado que se casara con otro hombre. Sin embargo, ahora no soportaba la idea de que Ekaterina pudiera ser de otro hombre, que ese otro hombre le diera un hogar a mi hijo.
—Tienes que llamarme, maldición. Tienes que hacerl