Al ver esa mano que se acercaba con tanta decisión, lo primero que Daisy pensó fue que Fernando la había mandado a atacar.
Conociéndolo, no soportaría que lo dejaran en ridículo delante de tanta gente, así que seguro había enviado a un matón para seguirla de cerca.
Con un brillo frío en la mirada y en un acto reflejo, Daisy usó la fuerza del oponente para intentar hacerle una llave de hombro y lanzarlo al suelo.
Aunque ella era rápida, su contrincante no era ningún novato.
Se zafó con un tirón brusco y enseguida contraatacó.
Había que admitir que Fernando no había escatimado en gastos esta vez: el tipo que había contratado sabía moverse bien, aunque para Daisy seguía estando lejos de su nivel.
Sin precipitarse, Daisy midió cada uno de sus pasos y estudió con cuidado cualquier debilidad.
Al poco tiempo notó el talón de Aquiles de su rival: no tenía buena estabilidad.
Daisy entonces se enfocó en atacar su zona baja.
Justo cuando se preparaba para darle un golpe definitivo, aquel sujeto s