Capítulo 38
—Mi señor y el señor Javier apenas se conocen.

—¡"Apenas se conocen"! —Jacob no tragaba ni una palabra—. Fernando Suárez, eres un hombre que siempre busca su propio beneficio. Jamás das un paso en falso.

» A simple vista parece que ayudas a Javier, pero en el fondo estás actuando en tu propio interés.

» Cuando el Grupo De Jesús caiga en manos de un lisiado como él, ¿cómo podría hacerte frente? En ese momento, en toda la Ciudad A, solo dominaría tu Unión Suárez. ¡Muy bien pensado, sí señor!

Fernando no se molestó en defenderse. Se limitó a mirar a Tomás y preguntarle con serenidad:

—Tío, ¿usted también opina lo mismo?

El tono y la expresión de Fernando lucían muy tranquilos, pero Tomás, que lo conocía bien, entendía que esa calma era su auténtica forma de mostrar enojo.

Tomás apartó a Jacob de un tirón y le propinó una bofetada contundente.

—¡Hijo ingrato! Durante tantos años confié en ti ciegamente y nunca te cuestioné, ¡pero resultaste ser el auténtico traidor!

—Papá, no se deje engañ
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