Capítulo 390
La mujer, que lloraba con desesperación, se quedó paralizada en cuanto lo escuchó. Entonces Eliseo se agachó hasta su altura; su hermoso rostro destilaba una dulzura que contradecía por completo sus palabras. Con un ademán tierno, acarició la mejilla pálida de Sofía:

—Sofía, yo amo a Álex. Si no fuera así, no habría permitido que se criara aquí, apartado de todo. La muerte de Natalia y Luis no es responsabilidad tuya; fue ella misma quien notó las coincidencias en las fotografías donde aparecías con Natalia y en cierta joya que usaba. Preguntarte solo confirmó lo que ya sospechaba.

Los ojos de Sofía volvieron a desbordarse en lágrimas. Eliseo, con suavidad, las limpió:

—Ya es tarde para arrepentirse. Si contáramos la verdad al tío Octavio, solo crearíamos una desgracia mayor, tanto para él como para tu familia. Esas poderosas familias que llevan siglos asentadas actúan con un bajo perfil, pero si se ponen serias, nadie puede detenerlas. Tranquila. Sé que tú y yo no vivimos para nosotro
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