Capítulo 256
En la puerta se encontraba Álvaro, observándolas con una mezcla de sentimientos.

La escena era, en apariencia, de lo más tierna: su hermana conversaba entusiasmada con el bebé que venía en camino, mientras Gabriela la miraba con una sonrisa llena de cariño.

Esa ternura era algo que Álvaro jamás había sentido dirigido hacia él.

Entre celos y un súbito desaliento, prefirió no entrar a interrumpir el momento y se dirigió a la cocina.

La noche anterior había prometido a Gabriela que volvería a prepararle paella de mariscos. Pero sin las indicaciones de ella, Álvaro parecía haber regresado a ser un desastre culinario.

Poco después, Alicia llegó apresurada a buscar a Gabriela:

—Señora, venga rápido, por favor. ¡El señor Álvaro está sangrando muchísimo!

Gabriela se levantó de inmediato, alarmada.

—¿Cómo que está sangrando? —preguntó, acelerando el paso.

—Estaba haciéndole la paella de mariscos y primero se pinchó con la punta del camarón; luego un cangrejo lo pellizcó y, no sé cómo, terminó c
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