Mundo ficciónIniciar sesiónUna carcajada suave pero cargada de complicidad escapa de los labios de Gin; ya entre ellos se estableció de manera inmediata un puente de entendimiento. Migueliña, por su parte, le dedica una sonrisa encantadora mientras juguetea con su abanico. Estábamos aquí para cumplir con un encargo que, si no se manejaba con cuidado, podría costarnos mucho más que un mal rato.
—Bueno, Gina… perdón, Gin —pronuncio el nombre con cuidado al ver que no me ha contestado, ni veo al señor Minetti por ningún lado—. Mi amiga y yo vinimos para iniciar el entrenamiento que me mandó a hacer tu jefe, ¿no ha llegado todavía? Migueliña vino a ayudarme porque sabe de eso. —No le diré así, para mí será Mikela. Estoy realmente impresionado. Y no, el señor Minetti no estará presente siempre —dijo sin dejar de gesti






