103. CONTINUACIÓN
ALESSANDRO MINETTI:
Sus palabras fueron como una daga, dándome directo donde más dolía. No quería verle la razón porque significaba aceptar algo que no estaba preparado para asumir. Sin embargo, Rufo se me quedó observando con la intensidad de quien sabe la respuesta antes de escucharla.
—¡Yo no le hice nada, fue ella a mí! —respondí cortante, más brusco de lo que pretendía. Me llevé una mano al rostro, respirando hondo, intentando calmarme.
Rufo se quedó en silencio. Me miró fijamente, tratando de entender lo que intentaba decir y que yo ahora no sabía si decir o no.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué es lo que te puede hacer ella a ti? —preguntó con curiosidad, arqueando una ceja.
—Sencillamente, cuando le estaba gritando, ella… ella… —siento que me pongo colorado como un colegial. Odio este calor incómodo que me sube al cuello, pero no puedo detenerlo. Resoplé impaciente, incapaz de quitarme el recuerdo de la cabeza. Finalmente exploto—: ¡Lili me agarró el rostro y me besó!
Rufo