Capítulo 19. Regresaste.
Lo único bueno de los ataques de otras manadas a cualquier territorio, era que les gustaba utilizar sus colmillos y garras. No sabía el motivo de esto, pero suponía que era mucho más personal que las balas, así que no tendría que cuidarme de recibir algún proyectil. Una preocupación menos.
El edificio de la señorita Candice se encontraba a unas buenas dos cuadras largas de distancia; nosotros estábamos a la mitad de la primera cuando un lobo salió de la nada y se dirigió directo hacia mí.
No detuve la marcha y tampoco sentí preocupación; el lobo estaba bastante herido y no me mostraba los colmillos, por lo que mi mejor suposición es que era alguien de esta manada.
A pocos metros de encontrarnos, se transformó y mi nivel de tensión creció.
-¡Lucía!
Ella arrastraba una pierna muy mal herida y se tapaba un lado del cuello con una mano; estaba mortalmente pálida.
-¡Gracias a Nuestra Gran Madre que están bien! – Exclamó cuando estuvo cerca. – Muy buen día para que decidieran darle man