Capítulo 863
Llegaron a un semáforo en rojo.

Luis detuvo el coche y, con un tono neutral, le respondió: —Si me caso, mi esposa también se ocupará de ella... ¿Qué pasa, temes que mi esposa la maltrate?

Después de decir eso, se giró para mirarla.

Dulcinea no respondió.

Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento, con algunos mechones de su cabello cayendo sobre el brazo de Luis... Aunque había tela de por medio, él aún sentía esa sensación punzante, como un picor que se metía en lo más profundo.

Luis no pudo evitar bajar la mirada, observando su brazo.

Veinte minutos después, Luis detuvo el auto frente al edificio de Dulcinea. No subió; solo le propuso encontrarse el domingo para una comida.

Dulcinea no respondió de inmediato.

—Tranquila, será una reunión familiar... No traeré a nadie más —Luis sonrió levemente.

—Espero que tú tampoco lo hagas —añadió.

Dulcinea abrió la puerta y salió del coche sin decir una palabra.

Al llegar a su apartamento, se apoyó contra la puerta, sintiendo que las piernas le t
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