Capítulo 730
En su corazón, sabía que se había arrepentido.

Pero no tenía el valor de pedirle perdón y mucho menos de sugerir volver a empezar.

El divorcio era lo mejor.

Pensó que no se casaría con Sylvia.

Ahora ella parecía una loca.

No veía en ella ninguna dulzura o comprensión femenina. Cada momento con ella era una tortura.

Luis inhaló profundamente el humo del cigarrillo y lo exhaló lentamente.

Entre las bocanadas, sentía un dolor sordo en el pecho…

Al día siguiente, pasó todo el día sentado junto a la ventana, mirando hacia el este. Su Dulci probablemente ya estaba en el avión rumbo a Ciudad BA…

Al atardecer, una sirvienta llamó a la puerta:

—Señor Fernández, la señorita Cordero lo invita a cenar.

Luis permaneció en silencio por unos segundos.

Luego apagó su cigarrillo, abrió la puerta y salió.

Sylvia se había arreglado especialmente para la ocasión, con un maquillaje impecable y un elegante vestido de tirantes.

Después de una noche de reflexión, se había calmado.

Sabía que Dulcinea se había
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