Capítulo 494
La villa estaba cálida y las empleadas eran mujeres mayores. Ana no se preocupó por su apariencia. Pero no esperaba que Mario llegara tan temprano con dos niños y un médico. En ese momento, la doctora estaba dando masajes a Carmen y le había recetado hierbas suaves. Carmen dijo que las hierbas eran reconfortantes.

Mario estaba parado a un lado, observando. El primer día del año nuevo, se vestía con especial cuidado: camisa blanca, traje de tres piezas hecho a mano, con un abrigo fino encima. Bajo la luz del candelabro, sus rasgos faciales parecían más distinguidos y llamativos, con un toque de madurez en sus ojos y en la comisura de sus labios.

Escuchó pasos en la escalera y Mario levantó la mirada. Entonces vio a Ana. Aunque llevaba puesto un camisón de seda blanca, no podía ocultar por completo su figura bajo la luz. Mario conocía bien su cuerpo…

Los ojos oscuros de Mario se entornaron ligeramente. Estaban a dos escalones de distancia. Ana pensó en retroceder para cambiarse, pero él
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